El régimen chino puso en marcha una campaña mundial en Internet para mejorar su imagen y reducir las acusaciones de violaciones de los derechos humanos. Gran parte de este trabajo se lleva a cabo a través de redes de bots que generan publicaciones automáticas y perfiles difíciles de rastrear.
Por Infobae
The New York Times dio a conocer una serie de documentos que revelan de manera detallada cómo los funcionarios chinos recurren a empresas privadas para generar contenidos a la carta, atraer seguidores, rastrear a los críticos y proporcionar otros servicios para las campañas de información. Esta operación se desarrolla en su mayoría en Facebook y Twitter, plataformas que el régimen chino bloquea en el país.
Según información de The New York Times, el pasado 21 de mayo, la policía de Shanghái publicó un anuncio en Internet en el que solicitaba ofertas de contratistas privados para lo que se conoce entre las autoridades del régimen como gestión de la opinión pública. Los funcionarios pidieron a los contratistas tecnológicos que los ayuden a mantenerse actualizados con los medios sociales nacionales y a moldear activamente la opinión pública mediante la censura y la difusión de mensajes falsos en el país.
La policía de Shanghái actualmente intenta crear cientos de cuentas falsas en Twitter, Facebook y otras importantes plataformas de medios sociales.
Los bots, como los que las autoridades de Shanghai quieren comprar, generaron un aumento del tráfico en línea a favor de China en los últimos dos años. A veces, estas publicaciones en las redes sociales refuerzan las cuentas oficiales del régimen con “me gusta” y reacciones. También se encargan de atacar a los usuarios críticos con las políticas del régimen de Xi Jinping.
Recientemente, Facebook retiró 500 cuentas después de que se utilizaran para difundir los comentarios de un biólogo suizo llamado Wilson Edwards, que supuestamente había dicho que Estados Unidos estaba interfiriendo en los esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para rastrear los orígenes de la pandemia de coronavirus. La embajada suiza en Beijing dijo que Wilson Edwards no existía, pero las acusaciones del falso científico ya habían sido citadas por los medios estatales chinos, según The New York Times.
La policía de Shanghai está buscando una mejora en la sofisticación y el poder: una serie de cuentas con seguidores orgánicos que puedan convertirse en objetivos del régimen cuando sea necesario.
Esta mayor implicación da credibilidad a los personajes falsos en un momento en el que las redes sociales están retirando cada vez más las cuentas que parecen poco auténticas o coordinadas.
Los expertos sostienen que las redes de bots vinculadas al régimen chino carecen de interacción con otras cuentas. Aunque pueden utilizarse para provocar y aumentar el número de “me gusta” en las publicaciones oficiales de Beijing, la mayoría de esas cuentas automatizadas presentan poca influencia individual porque tienen una baja cantidad de seguidores.
Con frecuencia, la policía de Internet del país persigue y amenaza a quienes critican al régimen en Internet. En 2018, iniciaron una nueva cruzada para detener a usuarios de Twitter dentro de China y obligarlos a eliminar sus cuentas.
Ahora, la campaña se ha extendido a los chinos que viven fuera del país asiático. Los documentos a los que tuvo acceso The New York Times explican cómo la policía de Shanghái quiere descubrir la identidad de las personas que están detrás de determinadas cuentas y rastrear las conexiones de sus usuarios. Los agentes pueden entonces amenazar a los miembros de la familia en China o detener a los titulares de las cuentas cuando regresen al país y obligarlos a borrar los mensajes o incluso eliminar sus perfiles.
En antiguas campañas se han utilizado cuentas tipo bot para informar un número irreal de “me gusta” y “retuits” a las publicaciones del régimen y de los medios estatales. La avalancha de tráfico artificial puede hacer que las publicaciones tengan más probabilidades de ser mostradas por los algoritmos de recomendación de muchas redes sociales y motores de búsqueda.
La policía de Shanghai destaca que varias cuentas basura pueden hacer que una publicación de una cuenta oficial parezca brevemente viral, dándole mayor exposición y otorgándole credibilidad.
Con más campañas de propaganda china en el extranjero, se ha pasado a depender más de los medios visuales. Los funcionarios buscan una empresa que no sólo mantenga y despliegue cuentas falsas, sino que también genere contenidos originales.
Otro documento al que tuvo acceso The New York Times muestra que la policía de Shanghái compró servicios de creación de videos a una empresa en noviembre pasado. Les pidieron que proporcionaran al menos 20 videos al mes y que los distribuyeran en las redes sociales nacionales y extranjeras.
A principios de este año, un análisis de The New York Times y de ProPublica mostró cómo miles de videos que retrataban a miembros de la minoría étnica uigur viviendo felices eran una parte clave de una campaña de información que Twitter luego atribuyó al Partido Comunista Chino. Cuando la red social desmontó la red que estaba detrás de esas publicaciones, eliminó las cuentas vinculadas a un contratista que, según informó, ayudó a grabar los videos.
Tiempo después de que se hiciera pública la solicitud del departamento de policía de Shanghai, la empresa Shanghai Cloud Link ganó la licitación, según muestran los documentos. En su oferta, la empresa decía que sólo tenía 20 empleados. De acuerdo al LinkedIn de su fundador, Wei Guolin, la compañía trabaja con firmas multinacionales y presta servicios en “gobierno digital” y “ciudades inteligentes”, según The New York Times.
Las autoridades locales y la policía de toda China han hecho solicitudes similares de servicios para influir en las redes sociales en el extranjero. En 2017, por ejemplo, la policía de Mongolia Interior compró un software que permitía a los trolls del gobierno publicar directamente en múltiples sitios de redes sociales, dentro y fuera de China, según documentos revisados por The Times.
Generalmente, los contratistas tecnológicos tratan de vender a las autoridades chinas el hardware y el software en su totalidad. En este caso, la propuesta de Shanghai Cloud Link es una especie de servicio, en el que las autoridades abonan todo los meses una suscripción para la manipulación de las redes sociales.