Richard Cottingham era un informático de Nueva Jersey de apariencia bastante inofensiva, pero que en realidad se dedicaba a matar y descuartizar mujeres. Cometió sus principales crímenes a finales de la década de los setenta, cuando era conocido en Nueva York como ‘El asesino del torso’ por su tendencia a la mutilación de sus víctimas y ‘El destripador de Times Square’ por una de sus zonas de actuación.
Por: 20 Minutos
Cottingham fue detenido en 1980 mientras torturaba a una prostituta en un hotel. Se le encontró culpable de cinco asesinatos, así como de numerosos cargos de secuestro y abuso sexual, con lo que fue condenado a una cadena perpetua que sigue cumpliendo hoy. Durante el proceso, él mismo llegó a atribuirse el asesinato de un centenar de mujeres, pero no fue hasta 2010 que confesó el de cuatro más; en 2021, añadió dos más a su tétrico historial.
Escena del crimen: El asesino de Times Square es la nueva docuserie true crime disponible en Netflix, donde se repasa la historia del asesino del torso y su macabra depravación. Se trata de un nuevo trabajo documental del cineasta Joe Berlinger, en la línea de su anterior entrega de la antología Escena del crimen, titulada Desaparición en el hotel Cecil y centrada en la desaparición de Elisa Lam.
Lo de Joe Berlinger y Netflix es una (truculenta) historia de amor entre dos almas destinadas a encontrarse. Por un lado, a la plataforma le encantan los documentales true crime; por otro, Berlinger es un especialista en la materia, con su premiada trilogía Paraíso perdido y series documentales como Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy para probarlo.
Escena del crimen: El asesino de Times Square consta de tres episodios y comienza con los bomberos de Nueva York respondiendo en diciembre de 1979 a la llamada por un incendio originado una habitación del Travel Inn Motor Hotel, en la calle 42. Cuando disiparon las llamas, los bomberos encontraron los cuerpos mutilados, con las cabezas y las manos amputadas, de dos prostitutas.
Así comenzó la caza policial de Cottingham, que en los meses previos ya había asesinado a otras mujeres tanto cerca de Times Square como en Nueva Jersey, donde residía con su esposa y tres hijos. Los investigadores de homicidios estaban contrariados, porque resultó muy complicado identificar a las víctimas; una de ellas sigue sin estarlo, hoy en día.
Asesino de marginales
El hecho de que la mayoría de sus víctimas fueran prostitutas y mujeres que subsistían en los márgenes de la sociedad dotó a Cottingham de cierta inmunidad. Berlinger, un especialista en la materia de los asesinos en serie mediáticos, apunta a este hecho.
“Siempre me ha fascinado ver a [Ted] Bundy, [John Wayne] Gacy, [Jeffrey] Dahmer o [David] Berkowitz como una especie de celebridades perversas”, declara en el New York Post. “Pero Cottingham se movía sin detectar precisamente por las víctimas que elegía. Eran trabajadoras sexuales marginalizadas en una Times Square que era territorio sin ley, donde la policía en el mejor de los casos miraba hacia otro lado”.
Ese contexto histórico, donde el trabajo sexual estaba tan criminalizado que no podían denunciarse asaltos ni violaciones por miedo a acabar entre rejas, también es tratado en Escena del crimen: El asesino de Times Square, donde Berlinger entrevista a detectives veteranos que participaron en la investigación para atrapar a Cottingham, o incluso a una antigua trabajadora sexual de Times Square que fue violada a punta de pistola en aquella época por un hombre sin identificar, que podría haber sido o no el asesino del torso.