La carcajada, tumultuaria, estrepitosa, unísona, retumbó en cada milímetro del territorio nacional. Desde Isla de Aves hasta, Piedra del Cocuy; de San José de Amacuro, a Río Intermedio, límite occidental, más extremo, de Venezuela.
Un profesor titular de la cátedra de Derecho Procesal Penal de nuestra, UCV, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, al enterarse de la noticia, sufrió un ataque fulminante de risa.
A continuación, nos trasladamos a cualquier poblado interiorano del país.
Como en la mayor parte de nuestra geografía, no hay medios impresos libres. No llegan las ondas hertzianas. Ni de AM, ni de FM. Ni de TV abierta o por cable. Ni de Internet. O si llegan se registra un apagón. Y si no hay apagón, lo que viene, ya viene censurado.
Sin embargo, de solo decretarse el referido nombramiento, la noticia se esparció a la velocidad del rayo, vía “Radio Bemba”. El popular chichero -“¿Desinformado, yo? ¡Qué va!”- del confín más recóndito, entre numerosos ejemplos similares, de lo mucho que se desternillaba por el chiste, se atragantó con la paila completa de la venta que había preparado para aquel día.
Recurramos a las, siempre ilustrativas, comparaciones, para medir la clase de impacto del nombramiento del pretenso, “Depurador”.
Fue, como si la proxeneta con más horas de prostíbulo en muchos kilómetros a la redonda -¡excusas por el parangón, muchachonas!- hubiese sido ungida, madre superiora de algún internado de monjitas para la educación de niñas y púberes de la “Legión de María”.
Nunca está de más reflexionar, sobre los diferentes grados de coercibilidad de toda norma, según se emita por escrito o vía verbal. No es lo mismo, que a, usted, un muy cortés empleado, lo alerte de la obligación de no fumar o de no utilizar su celular en determinado local a que, apenas, en el interior de ese mismo espacio, usted mismo, advierta que han sido desplegados, en letras rojas, tamaño gigante, varios carteles que expresen: “¡No fumar ni usar el celular! Infractores ¡Pa’ Fuera!”.
¿Y a qué viene lo anterior?
Que, si lo que pretendían, era fingir ante la Corte Penal Internacional, CPI, la depuración del indepurable Poder Judicial Narcorrobolucionario, para substraer sus delitos atroces de la jurisdicción criminal universal -atención Fiscal, Karim Khan- la peor idea para la farsa, fue violar su propia Constitución. Norma escrita, es norma escrita. Es acreedora, si no del respeto, de un mínimo acatamiento, como ha quedado expuesto, por más que nos contemos entre los detractores de semejante adefesio que ni siquiera fue obra de venezolanos, porque Chávez, malinche, como ninguno encargó tal redacción, a dos tarifados, neofranquistas, de Valencia, España.
Mala o pésima, que sea la Constitución que lleva el remoquete de “Bolivariana”, la verdad, concreta y espesa es que, en oblación a la sacrosanta separación de Poderes, el presidente de la República, ni podía intervenir el gobierno judicial, ni ordenar por Decreto en Consejo de Ministros, su hipotética depuración. Menos aún, designar para ejecutarla, a un individuo de su predilección. O de su encono, porque no hizo más que echarlo a la hoguera de lo risible.
Todo indica que la Narcorrobolución, apercibida de nuestra advertencia de aquel entonces, ha intentado, de nuevo, engatusar a la temida CPI, aunque con otras tretas (temida para éllos, por lo que son: criminales de lesa humanidad). Solo, que ha incurrido en ilícito más grave: la petición del propio presidente del TSJ, de autorrecortarse y recortarles a todos sus colegas, vía reforma de la ley orgánica especial, sus respectivos períodos constitucionales ¿Despegarse, aunque sea una milésima de segundo, de esa generosa ubre, “colaterales” en US dólares, incluidos, sin chistar, para someterse al envite y azar de ser o no ser, ratificados? A las claras, la precedente intrusión, ha degenerado en la presente, extorsión.
Mientras ustedes, lectoras, lectores y este servidor, cada uno dentro de nuestras limitaciones materiales, celebremos, en familia, la proximidad del Año Nuevo, la Asamblea Nacional, genuflexa, obsecuente, coludida con el narcotirano, sesionará de emergencia, hoy 30 de diciembre, para aprobar, express o a voto sobaquero (disculpas por la expresión tan poco lírica, pero el castellano, es el castellano) la fementida “depuración”. No hay que ser muy zahorí para predecir que el próximo TSJ, será peor que el actual ¿Qué tipo de discernimientos pueden esperarse del, literal, Patio de Monipodio parlamentario?
Con todo ¡Feliz Año Nuevo! Mantengamos la presión, tenaz, legítima, pacífica, de mucho corazón, para que el 2022 nos depare una, histórica, Hispanoamérica, sin un solo, narcotirano. Además, que cada uno de los depuestos -Raúl Castro que no se nos vaya liso- rinda cuentas en este Mundo. Para eso, les deseamos muy larga vida.
@omarestacio