Para nadie es un secreto que la canción más emblemática de Año Nuevo, al menos en Venezuela y Colombia, es Faltan cinco pa’ las doce. Su letra es tan significativa para los venezolanos y colombianos que no dudan un segundo en ponerla literalmente cinco minutos antes de la medianoche. Esta canción ha llegado a millones de corazones y ha pasado de generación en generación construyendo un legado difícil de olvidar.
Por semana.com
“Las campanas de la iglesia están sonando, anunciando que el año viejo se va. La alegría del Año Nuevo viene ya, los abrazos se confunden sin cesar”, canta en una primera estrofa una voz grave acompañada por un arreglo musical. Posteriormente, la canción se llena de más sensibilidad y el cantante emite unas palabras con una armonía más melancólica: ”Me perdonan que me vaya de la fiesta, pero hay algo que jamás podré dejar, una linda viejecita que me espera, en las noches de una eterna Navidad”.
Desde ese párrafo, las familias se contagian para cantarla en voces altas, algunos con tristeza por dejar el año y otros con una alegría inmensa que los invita a una nueva vida. Los niños, adultos y más ancianos la cantan sin parar, se abrazan, brindan y festejan por el año viejo que se va. Ese es verdadero el impacto de Faltan cinco pa’ las doce, la canción que se ha convertido en el himno de cada fin de año y que lleva sonando por más de 50 años en el país.
Su historia
Faltan cinco pa’ las doce surgió en 1963 gracias al trabajo del compositor venezolano Oswaldo Oropeza, curiosamente el mismo compositor de Mamá, ¿dónde están los juguetes?, y el intérprete Néstor Zavarce. En ese momento, la intención con la melodía era completar un álbum de estudio de cerca de 10 canciones. No obstante, el tema comenzó a ganar tanta popularidad que el público local lo convirtió en una especie de himno. Después de algunos años, como la historia lo comprueba, se transformó en un verdadero patrimonio del fin de año latinoamericano.
Cabe resaltar que la canción cumplió un papel fundamental en la carrera de Zavarce y Oropeza, ya que los dos obtuvieron un gran reconocimiento. Hasta ese momento y según los medios especializados en la música venezolana, ninguno de los dos había tenido comodidades económicas.
Se rumora que Zavarce tuvo que pedir dinero prestado para comprar la ropa de su primera presentación, mientras que Oropeza debió trabajar desde muy pequeño para poder aportar económicamente en su hogar. Se puede deducir que gracias a sus experiencias personales ese sentimiento que emite la canción se ve reflejado en la letra.
El origen y significado
A pesar de las historias que hay detrás de este tema de año nuevo, no se ha podido establecer una versión que cuente su verdadero significado. Sin embargo, los medios venezolanos aseguran que esa “vena navideña” de Oropeza proviene de una tradición familiar en la cual el fin de año sería significativo y merecía un segundo título. Además, su experiencia junto a sus cinco hermanos sería clave para la composición de esa pieza original.
En cuanto al significado real, fue Néstor Zavarce quien en una entrevista con RCN, a finales de la primera década del nuevo milenio, expuso detalles sobre los tres valores que contiene el estribillo:
La fe: se resume en la parte de “las campanas de la Iglesia están sonando”-
La solidaridad: se nota en “los abrazos que se confunden sin cesar”–
El amor: reflejado en la parte de la “linda viejecita que me espera en las noches de una eterna Navidad”.
El símbolo eterno
Su acogida fue tan impresionante que después de lanzar la versión original, varios artistas adaptaron a su ritmo esta emblemática canción. En Colombia, el barranquillero Aníbal Velásquez, la adaptó al ritmo de la música de guaracha para hacerla un poco más alegre en las festividades.