Fuerza renovada
Sé que esta entrega sorprenderá a muchos –incluso a mí mismo– y fastidiará a otros. Poco importa. Inicio el año con espíritu renovado, decidido a seguir trabajando por la libertad en Venezuela. Estaba frustrado y entristecido –igual que tú– por los errores políticos cometidos, por las deficiencias organizativas y por la falta de coherencia, pero muchas de esas heridas han cicatrizado. Es mucho mayor el amor por la libertad que la decepción por no haberla conquistado. Yo emulo a los grandes de la historia: persevero. ¿Y tú?
Obviamente, el desencanto y la desilusión han sido grandes. El liderazgo político ha naufragado en la pequeñez.
¿Por qué?
Desatendida advertencia
Pienso que la estrechez de criterio, la vanidad ante el poder enano, la mezquindad y rencor entre grupos políticos (y sus liderazgos), pero ante todo y sobre todo, la incapacidad para organizar y movilizar cuando la política es básicamente organización y movilización, nos sumieron en el espantoso estado en el que nos encontramos en la actualidad. Mil y una vez le rogué al liderazgo político que se enfocara en la organización para movilizar y mil y una vez mi exhortación fue desatendida. ¿Arrogancia? ¿Miopía? ¿Desdén? Todas las anteriores y otras más.
El enfoque no fue derrocar a la peor tiranía que ha conocido la historia de América Latina, el enfoque fue jugar a gobernar en el caos.
Fue un fracaso.
Despropósito histórico
La discusión entre los partidos Primero Justicia y Voluntad Popular derivó en un auténtico desastre. Su liderazgo –mis amigos– Leopoldo López, Julio Borges, Freddy Guevara, Carlos Ocariz (no menciono a Henrique Capriles porque para mí ese es un caso perdido), entre otros, y naturalmente el presidente Juan Guaidó, en algún momento tendrán que rendir cuentas ante semejante despropósito histórico. ¿Por qué no pensar en la libertad de Venezuela –sólo eso, la libertad– en vez de dedicarse triste y penosamente a chocar y rivalizar entre sí que a fin de cuentan piensan de modo semejante?
Olvidemos a Acción Democrática o Un Nuevo Tiempo, roedores del mismo caño, ¿por qué no unir fuerzas contra el chavismo? ¿El celo pudo más que la libertad?
¿Qué pasó?
Sospecha y duda
Mi crítica frente al espejo roto que somos los venezolanos no es sólo mía, es la crítica de la mayor parte de la población de Venezuela. A veces injusta o excesiva, la mayoría de las veces justa y necesaria, la crítica social y política es el clamor de un pueblo que vio despilfarrar su sueño de ser libre por la penosa conducción de la crisis que dio el liderazgo político nacional. Pocos tuvieron conciencia del desafío moral e histórico que arrostraban.
Sigo apoyando al gobierno interino (pese a sus desaciertos y falta de organización, el coraje de Guaidó es ejemplar), pero lo hago con sospecha y duda.
¿Cambiarán?
Organizar la esperanza
No todo está perdido, la desconfianza, el desaliento y el escepticismo deben superarse. Cada uno de nosotros, es decir, cada venezolano según sea su posibilidad, debe reanimarse y seguir luchando. Los malos, los verdaderamente malos, los criminales de lesa humanidad son los chavistas. Ellos son los que arruinaron al país, no los ineptos. En nuestra esfera de influencia, a través de la crítica, de la protesta, del desdén y la falta de apoyo a la dictadura, debemos atacar. Seremos los individuos, no los partidos, los únicos capaces de reorganizar la esperanza de Venezuela. Es nuestra misión.
Ya no creo en nadie, creo en mí y en ti para librar la batalla que sigue. Los políticos –amigos o no– que hagan lo que quieran, muchos se han rendido. Nosotros tenemos una labor titánica por delante. No pidamos permiso, no lo necesitamos. ¡Luchemos!
Pese a toda dificultad y contratiempo, pese al desaliento y la duda, organicemos nuestra mayor fuerza histórica: la esperanza. Claro que podemos, es Venezuela.
Cree…