En el cielo, un piloto de caza chino pasa sus manos por una pantalla táctil y el software de reconocimiento automático de objetivos detecta su objetivo en segundos. En Xinjiang, los gigantescos servidores que alimentan un inmenso conjunto de tecnologías de vigilancia represiva cobran vida. En Shanghai, la tecnología de la ciudad inteligente conecta a los residentes como nunca antes, incluso cuando las autoridades refuerzan su control sobre cada acción de sus residentes.
Por The Epoch Times en español
Todas estas tecnologías y otras más han sido posibles gracias a la continua implicación de empresas estadounidenses con filiales del Partido Comunista Chino (PCCh).
Las tecnologías desarrolladas por las empresas estadounidenses están potenciando el régimen chino y su desarrollo militar, incluso cuando el PCCh dirige y facilita la inversión sistemática en empresas estadounidenses y sus activos y su adquisición para generar una transferencia de tecnología a gran escala.
Una vieja amenaza, otra vez nueva
Michael Sekora sabe algo del proceso. Dirigió el Proyecto Sócrates, un programa de la Agencia de Inteligencia de Defensa de la época de Reagan diseñado para llevar a Estados Unidos a la victoria en la Guerra Fría.
El propósito de ese proyecto era doble: Comprender por qué Estados Unidos estaba perdiendo competitividad frente a la Unión Soviética, y desplegar ese conocimiento para reconstruir la ventaja competitiva de la nación.
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