“Mientras el Foro de Sao Paulo, Cuba y aliados van por libre, el ascenso chino y ruso, la ideología clientelar, polarizante y populista de Cuba mina y secuestra el continente. La democracia agoniza en LATAM sin que se avizore un movimiento real de rescate”.
El Centro de Estudios Internacionales (CEIUC) lanza la segunda edición del índice Riesgo Político América Latina, presentado por sus editores María Paz Fernández, Jorge Sahd K., Daniel Zovatto, Diego Rojas. Vale la pena rescatar algunos datos que evidencian el deterioro galopante de la democracia en Latam, clima seguro para los autoritarismos y alianzas con China y Rusia.
COVID-19, pobreza. Desigualdad y control social.
Alerta el reporte que “la pandemia [Covid-19] registró un tercio de las muertes en el hemisferio. Destruyó más de 20 millones de empleos, los niveles de informalidad laboral se dispararon, la desigualdad aumentó y la pobreza se empinó cerca de un tercio de Latinoamérica”. Gobiernos se han servido [COVID-19] para concentrar mayor poder y control.
Latinobarómetro advierte que “51% de los latinoamericanos toleraría un gobierno no democrático si resuelve sus problemas”. Las RRSS emergen como catalizador de demandas que el Estado no es capaz de atender a la velocidad que se denuncian. Según Americas Barometer (2018/2019) quienes usan más las redes en América Latina apoyan la democracia y son más tolerantes, pero al mismo tiempo registran menos confianza a las instituciones políticas y medios de comunicación tradicionales.
La desinformación e incapacidad en políticas públicas sube los niveles de incertidumbre, volatilidad, riesgo político y polarización. El populismo, el sentimiento anti-élite y el nativismo xenofóbico, galopan por las venas abiertas del continente. Actores autoritarios como Rusia y China, se han montado en campañas de desinformación en el hemisferio. Estaciones televisivas estatales desprestigian el sistema democrático para lograr el posicionamiento de imagen comercial de China (Global Americans 2021). Todo apunta al ciclo electoral iniciado en 2021 que tendrá importantes elecciones presidenciales para 2022: Costa Rica [febrero], Colombia [mayo], Brasil [octubre], y Chile [Plebiscito por fijar]. La polarización extrema es la orden del día, terreno en el que campea la lucha de clases y la violencia.
Fin de la tercera ola democrática e inicio de la roja
Hace 40 años se inició un proceso de reconversión democrática en Latinoamérica [salvo Cuba]. El estudio in comento concluye que vamos en franco retroceso democrático a nivel global. Según el índice de Democracia del The Economist Intelligence Unit 2020 en Latam, además de las tres dictaduras consolidadas—Cuba, Venezuela y Nicaragua—se califican como regímenes híbridos: Honduras, El Salvador, Bolivia y Guatemala.
En la otra encuesta [IPSOS Global Advisor/agosto 2021], cinco de las principales economías de América Latina—Chile, Colombia, Perú, Brasil, Argentina—están entre los 8 países que lideran el índice de populismo mundial. Esto evidencia que no ha emergido un pensamiento liberal, representativo, censitario, ilustrado, unido, organizado de contraste al Foro de Sao Paulo.
El cambio climático, la deforestación, la minería irresponsable, el agotamiento de las reservas de agua y el aumento de nivel del mar, pintan un panorama de mayor ruralización, pobreza y caos. “América Latina concentra el 31% de reserva de agua dulce del mundo. Sin embargo, Chile y México han consumido más del 60% de sus reservas, Perú y Venezuela el 40% y Bolivia y Argentina más del 20%, mientras 40 millones de personas en la región carecen de acceso al agua potable”.
El FMI estima una caída histórica del 7.0 del PIB y la CEPAL cuenta 22 millones de nuevos pobres o un 33.7% de la población en LATAM. Se perdieron 47 millones de empleos respecto al 2019. Este panorama corroe la confianza en la democracia, y los jóvenes-los más afectados-, eligen el camino de la protesta violenta para expresar sus frustraciones. A ello se une un patrón migratorio intrarregional [movimientos hacia países de la región] en su mayoría a Argentina, Chile y Brasil. El impacto social, xenofóbico, criminal, fragmentario es sin precedentes.
El tráfico de drogas en Latinoamérica es incontenible. Indica el reporte que “según cifras de la Oficina de Control de Drogas de EE.UU. (ONDCP), en 2020 las hectáreas cultivadas y la producción de cocaína [Colombia], alcanzaron cifras récord de 245.000 hectáreas y 1.010 toneladas métricas. Un aumento del 15% en los cultivos respecto del 2019” […] La corrupción también galopa impunemente. Según Transparencia Internacional, América Latina es un polo de mala gestión de fondos, y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) alerta que “países como Honduras, Bolivia, Guatemala y Perú poseen entre 80 y 70% de informalidad”. Es el escenario ideal de miseria, devastación y desesperanza que favorece el método Gramsciano de despojo cultural, intervención y control colectivo a través del populismo, la justicia revolucionaria y el estado comunal.
Polarización
La consecuencia del deterioro económico, social y urbano de Latam es la polarización extrema. La caída de inversión extranjera a US $105.480 millones [-37%], favorece la entrada de China y Rusia en la región. La disrupción de las cadenas globales por la pandemia recoloca el comercio con China que ha crecido en el hemisferio 26 veces entre el 2000 y 2020. Y duplicará al 2035 a más de US $700 mil millones. EEUU y Canadá pierden la batalla como principal socio comercial al menos en nueve de doce países de Sudamérica [a excepción de Paraguay, Ecuador y Colombia].
Mientras el foro de Sao Paulo, Cuba y sus alianzas van por libre,
el ascenso chino y ruso, la ideología clientelar, polarizante y populista de Cuba, mina y secuestra el continente. La democracia agoniza en Latinoamérica sin que se avizore un movimiento real de rescate, promoción e impulso de la democracia liberal clásica.
@ovierablanco
*Embajador de Venezuela en Canadá