En el argot policial de Estados Unidos ya tienen nombre propio: se llaman Grupos de Ladrones Suramericanos o SATG, por su sigla en inglés, y son redes de criminales que llegan a EE. UU. con visas de turismo y se dedican a robar durante algunos meses antes de regresar a sus países de origen con los bolsillos llenos de dólares.
Por eltiempo.com
De acuerdo con el Buró Federal de Investigaciones (FBI), si bien el fenómeno no es nuevo, se ha disparado en los últimos años, con una reciente particularidad: en su mayoría, las redes están compuestas por colombianos y chilenos.
De hecho, hace algunos días, el FBI reveló el caso de una de estas bandas, compuesta por cinco nacionales, a la que se le atribuyen más de 50 robos en los suburbios de Washington, la capital estadounidense.
Especialmente en Fairfax, un condado al norte de Virginia que se caracteriza por su alto ingreso per cápita. Las autoridades, estiman que a lo largo de los últimos 18 meses esta banda ejecutó más de 50 asaltos y se robó al menos 2 millones de dólares en joyas y dinero en efectivo.
Dicha célula estaba compuesta por Mario Valencia Asprilla, Jhonny Valencia Valencia, Diego Montaño Chasoy, Freddy Hernández Angulo y Josué Rodríguez Rolón.
Montaño fue deportado hace algunos meses, mientras que Rodríguez, tras el pago de una fianza, al parecer escapó y se desconoce su paradero. Valencia Asprilla, Valencia Valencia y Hernández permanecen en una cárcel del condado a la espera de que se avance su proceso judicial.
EL TIEMPO averiguó en el consulado colombiano, donde dicen no haber sido contactados aún por la policía o los familiares de los implicados. Pero, de acuerdo con Érica Salamanca, cónsul en Washington, su oficina está atenta a cualquier requerimiento que se solicite en esta materia.
En todo caso, según el FBI, este caso sería solo la punta del iceberg, puesto que las autoridades ya desmantelaron otra célula en Montgomery County, Maryland –también a las afueras de Washington– a las que le atribuyen más de 1,6 millones de dólares en hurtos y han documentado casos similares en por lo menos cinco estados adicionales: Georgia, Texas, Carolina del Norte, California y Nueva Jersey.
“Estas SATG no solo son un problema creciente, sino que representan una gran amenaza en nuestro país”, dijo Dan Heath, agente especial en la División para Investigaciones Criminales del FBI, en declaraciones al Washington Post, como parte de un informe sobre los casos que se han presentado en los suburbios de la capital.
De acuerdo con Heath, también han documentado casos similares en Gran Bretaña, Australia y la India. Según otro investigador consultado por este diario, las redes están compuestas por ladrones muy sofisticados y con amplia experiencia.
“Estos no son atracadores de esquina. Sabemos que son reclutados en otros países por bandas ya existentes que se han establecido en los últimos años”, sostiene el investigador.
Las autoridades saben, además, que operan de manera coordinada, pues algunos de los ladrones arrestados en Virginia tenían nexos con otro grupo que delinquía a las afueras de Atlanta.
De momento, la policía no ha podido detectar vínculos con organizaciones de narcotraficantes, lo cual los hace pensar que son núcleos de criminales independientes que operan bajo otros móviles.
En los casos de Virginia, pero también en otros que se han detectado en varias ciudades del país, los ladrones utilizan patrones muy similares. En su gran mayoría, las víctimas son acaudaladas familias de origen asiático o árabe.
Las autoridades creen que las escogen como blanco porque tienden a tener negocios donde manejan mucho efectivo y suelen acumular joyas en su residencia.
El modus operandi de las bandas criminales
Por lo general, las bandas les hacen seguimiento por varias semanas a sus víctimas para establecer sus rutinas. Los monitorean en sus sitios de trabajo y vigilan sus residencias para detectar si cuentan con alarmas u otros sistemas de seguridad. Así mismo, en algunos casos, se parquean en lujosas joyerías y luego persiguen a sus dueños o clientes hasta sus residencias.
Las autoridades han establecido, a su vez, que los criminales interceptan teléfonos para monitorear las comunicaciones de sus posibles víctimas y establecer si piensan salir de vacaciones, que es cuando por lo general realizan el atraco.
Ese fue el caso de una familia de Fairfax el verano pasado. Tras regresar de unas breves vacaciones, encontraron un vidrio roto en la parte de atrás y la caja fuerte totalmente vacía.
Otra característica es que a los ladrones al parecer no les interesan los artículos electrónicos, carros u otros elementos de valor, pues en ninguno de los robos se reportaron pérdidas diferentes a joyas, cheques de viajero o moneda en efectivo.
De acuerdo con las autoridades, hay tres elementos que explican y son comunes a todos los robos.
En primer lugar, los delincuentes estarían explotando algunos vacíos que existen en las leyes migratorias del país. En el 2014, Estados Unidos incluyó a Chile en un programa que exime de visas a ciudadanos de unos 40 países. Desde entonces, los chilenos pueden viajar y permanecer en EE. UU. hasta por 90 días sin tener que solicitar un documento de entrada diferente a su pasaporte.
Y eso estaría permitiendo una especie de puerta giratoria para ladrones de ese país que se desplazan para robar y luego regresan con sus ganancias.
Según el FBI, las células están compuestas por entre dos y ocho personas y cada uno puede ganarse hasta 100.000 dólares o más por temporada.
Ante el creciente problema, la embajada de Chile en EE. UU. ya tiene un oficial dedicado a las investigaciones que coordina tanto con el FBI como con el Departamento para la Seguridad Interna.
En el caso de los colombianos, al parecer llegan con visas de turismo y obtienen documentos falsos en Puerto Rico, un territorio de Estados Unidos donde es más fácil adquirirlos.
El segundo factor se asocia a los procesos judiciales que existen en algunos estados para este tipo de delitos.
En Virginia, por ejemplo, las normas para los casos de hurto son más bien laxas y contemplan fianzas no monetarias o de muy bajo valor. En otras palabras, si una persona es arrestada por este tipo de robo puede salir de la cárcel con solo la promesa de que regresará ante el juez una vez arranque su proceso o tras pagar una fianza de menos de mil dólares.
En ambos casos, por supuesto, los ladrones no regresan y se devuelven a sus países de origen o se mudan de estado para continuar delinquiendo.
Y la tercera es de orden práctico. En los últimos años, el crimen violento en EE. UU. ha venido creciendo a pasos agigantados. Solo en el caso de los homicidios, por ejemplo, se registró un aumento de casi el 30 por ciento en el 2020 y durante el 2021 las cifras continuaron subiendo.
Así mismo, las autoridades dedican gran cantidad de sus recursos a la lucha contra el narcotráfico y otros delitos que involucran armas de fuego. En ese contexto, los robos a casas donde solo se registra una pérdida material, no son una prioridad.
Los delincuentes tienen claro que pueden hurtar casi con impunidad, pues hay poca gente investigando. Y aún si los atrapan salen de la cárcel en cuestión de días.
“Se puede imaginar lo frustrante que es esto. Nos pasamos dos años investigando a una red de estas y cuando finalmente los atrapamos los dejan ir a la semana. ¿Para qué dedicar todos esos recursos en un caso si el impacto va a ser mínimo?”, le dijo a este diario un investigador.
Según este, la única solución al problema es que se endurezcan las condiciones para obtener una fianza en este tipo de casos y se eleven nuevos filtros que eviten el abuso del sistema migratorio. Ambas respuestas son complicadas ya que requieren la aprobación de nuevas leyes o decisiones ejecutivas a nivel estatal o federal.
Pero, para este investigador, mientras eso no pase Estados Unidos seguirá siendo blanco de esta nueva ola de “turismo criminal”.