Gustavo Coronel: Escenarios energéticos SHELL y el futuro posible del petróleo venezolano

Gustavo Coronel: Escenarios energéticos SHELL y el futuro posible del petróleo venezolano

Gustavo Coronel

SHELL es una de las empresas pioneras en el campo de la prospectiva mediante el uso de escenarios, una ciencia/arte que vimos nacer cuando estábamos involucrados en la planificación en SHELL VENEZUELA, en las décadas de 1960-1970.

SHELL ha elaborado tres escenarios posibles para lo que denomina la Transición Energética, una etapa intermedia entre el uso masivo de los combustibles fósiles que ha caracterizado el sector de la energía en el planeta durante los últimos cien años y su remplazo por fuentes de energía menos contaminantes.

SHELL nos dice, esencialmente, que la demanda por energía seguirá creciendo. Un planeta sano, agregan, va a requerir el uso de fuentes de energía que eliminen las emisiones de carbono. Proveer la energía necesaria mientras se procede a descarbonizar requerirá el uso de energía renovable sin poder eliminar totalmente el uso de combustibles fósiles. Esta tendencia hacia la descarbonización es ya irreversible pero será costosa. La humanidad está atrasada en el proceso pero una aceleración es técnicamente posible mediante el acuerdo entre los principales países productores de energía, la existencia de políticas de incentivos a la transición y el ejemplo de las grandes corporaciones energéticas.





ESCENARIOS

SHELL visualiza tres escenarios para este objetivo fundamental:

Uno, llamado OLAS, asigna el mayor énfasis a la recuperación económica en el planeta después de la pandemia, lo cual llevará a un incremento a corto plazo en las emisiones de carbono. En este escenario el petróleo llegaría a su demanda máxima en 2030 y comenzaría declinar. El objetivo de emisiones cero de carbono se lograría en 2100.

El segundo, llamado ISLAS, da mayor énfasis a los intereses de cada país, promoviendo la autonomía y la auto-suficiencia y las actitudes nacionalistas. Muchos países abandonarían los convenios del tratado de París y aumentaría el consumo de fuentes baratas de energía fósil. La declinación de las emisiones de carbon seríao lenta. Se agravaría el cambio climático, el cual se vería como un problema al cual adaptarse en lugar de tratar de mitigarlo. El aumento de la temperatura sobrepasaría los 2.5 grados centígrados en 2100 (lo cual, agregamos nosotros, haría porciones del planeta inhabitables).

El tercero, llamado SKY 1.5, asume que una vez controlada la pandemia USA, CHINA y Europa llegarían a acuerdos sustantivos de control de emisiones, lo cual llevaría a un pico de la demanda de petróleo hacia fines de 2020 y de gas natural hacia fines de 2030, lográndose cero emisiones de carbono en 2050.

SHELL no asigna porcentajes de probabilidad a cada escenario pero declara que estará haciendo sus mejores esfuerzos para que el escenario SKY 1.5 sea el que se concrete. Sin embargo, no todas las empresas petroleras piensan de igual manera. Hay otras que alimentan políticas que promueven el peor de los escenarios, según el cual el planeta aún tendría sustanciales emisiones de carbono en 2100 y más allá. Por lo que sabemos, sin embargo, la mayoría de las empresas productoras de combustibles fósiles reconocen la necesidad de cooperar con la transición de la manera más expedita y ordenada posible.

ELLO NOS LLEVA AL ESCENARIO MÁS PROBABLE PARA LA INDUSTRIA PETROLERA VENEZOLANA

¿Qué impacto tendrían estos escenarios en la industria petrolera venezolana? Actualmente esta industria está caracterizada por una profunda crisis financiera, gerencial y operacional, consecuencia del desastre chavista de los últimos 21 años. Este desastre es bien conocido y no es necesario detallarlo en esta nota. Es suficiente decir que la producción petrolera es apenas un 20-25% de lo que era cuando Chávez llegó al poder, que la planta y equipos de la industria está destruida, se carece de tecnología y de técnicos eficientes, la gerencia es ignorante y corrupta y la política impuesta por el régimen hace imposible la participación del sector privado. Aún si el régimen político venezolano cambiase mañana para ser una democracia libre y de gobierno honesto la industria petrolera venezolana requeriría unos $50.000 millones y diez años para lograr una producción estable de unos 2.5 millones de barriles diarios, similar a la que tuvo en el siglo pasado.

En base a las tendencias irreversibles que muestran una transición hacia el objetivo de cero emisiones de carbono, ya sea a 30 años, a 50 años o a 100 años, como los muestran los tres escenarios de SHELL, es posible pensar que la ventana de oportunidad, para una industria petrolera de esa magnitud de 2.5 millones de barriles diarios con reservas probaadas de unos 25.000 millones de barriles, permanecería abierta entre 20 y 30 años, tiempo durante el cual – en el mejor de los casos – se podría mantener un nivel razonable de producción de petróleo de calidad aceptable para los mercados internacionales.

Cuando se superpone la realidad venezolana actual a las tendencias futuras de la actividad petrolera, según los escenarios de SHELL que hemos visto arriba, parecería necesario concluir que la producción de petróleo venezolano tendría que basarse en los crudos livianos y medianos, cuyas reservas probadas son del orden arriba mencionado. Esto será así ya que la demanda mundial se orientará más y más hacia los combustibles fósiles menos contaminantes. Ello significa que los crudos pesados y extra pesados de la Faja del Orinoco tendrán un mercado muy limitado, si es que tienen alguno. Las reservas de nuestros crudos livianos y medianos podrían sostener una producción de unos 2.5 millones de barriles diarios durante unos 15-20 años, después de los cuales probablemente asistiríamos a una progresiva declinación de la producción durante los últimos años de la ventana de oportunidad abierta en los tres escenarios SHELL. Más allá de esa ventana de 20-25 años vemos difícil una presencia petrolera venezolana de significación en los mercados mundiales, ya que cualquiera producción más allá de esa etapa tendría que basarse en los petróleos pesados y extra pesados de la Faja del Orinoco, los cuales – por definición – serán de los primeros en ser rechazados por el mercado internacional en cualquiera de los escenarios de transición energética.

Port supuesto, esta es una extrapolación muy rudimentaria y lineal, la cual no toma en cuenta múltiples factores que podrían alterar la tendencia, incluyendo la aparición de cisnes negros. ¿Que pasaría, por ejemplo, si se descubriese un método de des carbonización seguro y económico que permitiese la producción de los petróleos pesados de la faja? O, ¿si estos petróleos tomados en cucharaditas tres veces al día probasen tener cualidades afrodisíacas? O curasen el Alzheimer?

Y, que pasaría si comenzamos por producir los crudos pesados primero? Que, como la transición energética ya ha comenzado, los mercados para este tipo de petróleo no son muy prometedores y la comercialización de estos crudos es más costosa debido a la necesidad de mejorar su claidad para la venta.

Lo que parece ser más probable es que la industria petrolera venezolana podría funcionar durante unos 20-25 años a un nivel modesto de unos 2.5 millones de barriles diarios, dotado de una gerencia muy profesional, utilizando las tecnologías de punta y sin que el estado metiese sus narices ineficientes, cuando no corruptas, en su manejo.