Si acordamos que la raíz del problema es político, la solución debe ser política y no habrá atajo por donde escabullirse. La realidad es pura y dura, la tenemos por delante y lanza golpes fuertes y contundentes. Debemos aceptarla y jamás evadirla, porque tal proceder siempre la agravará.
El mal lo encarna la corporación criminal que no permite la alternabilidad republicana del poder. Nunca toleró la división de poderes de la democracia y mucho menos someterse a balance y control alguno.
Hemos menospreciado la verdad que ilumina como faro potente la realidad pura y dura del problema político que padecemos.
Si como ciudadanos planteamos la autocrítica de nuestras acciones, mucho más debería hacerse con respecto a las representaciones políticas que nunca velaron por nuestros verdaderos intereses libertarios, envueltas siempre en los vaivenes de sus actuaciones contradictorias. Ante esa dolorosa realidad, rompamos con tales representaciones que se convirtieron en el tiempo en meras creaciones malogradas de la corporación criminal.
Es imperativo ejercer diariamente nuestros derechos frente a la ignominia, en los ámbitos personal, familiar y comunitario. Transitando el camino que no evade la verdad de la realidad, nos acordaremos en una nueva representación política que sea coherente con unos cursos de acción que respondan a un pensamiento estratégico compartido, y trabajar hasta alcanzar el objetivo.
Para recuperar el sentido de la realidad hace falta una comprensión de lo que sucede y nos golpea fuertemente. Tenemos la tarea individual, familiar y comunitaria de ir liberando a aquellos que no se les hace fácil tomar decisiones libres y formarse una conciencia histórica, porque requieren del CLAP para seguir viviendo. Caben acciones liberadoras contra las trampas jaulas de un régimen, llevadas a cabo con dignidad, integridad y coraje, para ir recuperando las condiciones espirituales perdidas durante el largo trayecto del inmenso tormento inhumano de estos 23 años.
El problema es político. Padecemos la compleja crisis de la destrucción del país y sufrimos un drama colectivo. Un Estado que no protege carece de razón de ser. Por eso debemos sacar de raíz a esta corporación criminal.
Muchos seudointelectuales se desvirtuaron y se configuraron en instrumentos de algo banal por un plato de lentejas. El auténtico intelectual comprende la realidad y ayuda a otros a comprenderla. Planteamos la ruptura con todo tipo de farsantes, estamos cansados de tropezar, no una sino cinco veces, con la misma piedra.
Señalamos y condenamos a las narrativas disociadas de la realidad pura y dura que sufre los venezolanos. Con dignidad, coraje y sin zigzagueos, vamos de frente, asistidos por la fuerza de la verdad a ponerle fin a la criminal usurpación.
¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!