Las denuncias de acoso sexual contra profesores universitarios en el #MeToo colombiano, que tocaron nombres conocidos del mundo académico en 2020, vuelven a surgir después de que un grupo de alumnas señalara a una universidad bogotana por no actuar contra los abusos.
Nueve alumnas de la Facultad de Ciencias Naturales e Ingeniería de la Universidad Jorge Tadeo Lozano presentaron el pasado octubre una denuncia contra el estudiante Juan Camilo Alarcón Ramírez, quien, ante la dilación en el proceso, siguió compartiendo aula y espacio con varias de las denunciantes mientras acababa el semestre.
Entre las carreras de Biología Marina y Biología Ambiental se han conocido 15 casos de víctimas -aunque podrían ser muchas más de otras facultades-, y tras la denuncia inicial y el descontento con la actuación de la universidad, otras cuatro alumnas se sumarán a la denuncia.
La voz de alarma la dio una estudiante en 2017 cuando denunció los primeros comportamientos inapropiados de Alarcón. La historia de Marta (nombre ficticio usado para respetar su anonimato), comenzó cuando ella tenía 17 años y acababa de ingresar a la universidad.
Su relato coincide con el de las demás denunciantes: al principio eran conversaciones “muy casuales”, aunque pronto él “comenzó a preguntar sobre situaciones íntimas” con una conducta manipuladora e intimidatoria.
Incluso un día le arrebató el celular para comprobar si tenía imágenes explícitas o llegó a demandarle sexo oral en los baños de la universidad, unos comportamientos frente a los cuales ella dejaba claro que no estaba cómoda.
Aunque Marta denunció la situación a las autoridades, que aseguraron que harían un “seguimiento” de Alarcón, el caso quedó en el olvido hasta que hace unos meses volvió a salir a la luz.
En el caso de Felicia (nombre ficticio) fueron comentarios fuera de lugar, insistencia en que se besaran e incluso el ofrecimiento de comprar un juguete sexual para que ella lo usara delante de él.
Además, al igual que muchas de las víctimas, detalla que Alarcón supo aprovecharse de que estaba en un momento difícil en su vida.
En la universidad “no nos están garantizando la seguridad”, denuncia Marta a Efe, que alerta que “hay más víctimas que no han tenido la oportunidad ni la fuerza para hablar”. “¿Van a emitir un título de grado a un acosador y abusador?”, cuestiona.
“INDIGNANTE” RESPUESTA DE LA UNIVERSIDAD
El sentimiento generalizado entre las víctimas es “decepción” e “indignación”, ya que el proceso ha sido “muy duro”, y “que lo suspendan solo un semestre -medida disciplinaria adoptada contra Alarcón- no es garantía de nada”. “Cuando regrese a las aulas puede volver a su comportamiento de siempre con nuevas víctimas”, alertan.
Por otro lado, denuncian una “revictimización” por parte de la institución y una falta de “respuesta más seria” que permita que pueda volver a retomar su actividad académica sin ningún tipo de control.
Diana Linares, otra de las víctimas que denunció en octubre, alerta a Efe de que en Alarcón “hay un patrón” y que, por tanto, “la posición de la universidad es una total falta de respeto”.
Desde la universidad aseguran que sí han realizado acompañamiento a las víctimas y que sus mecanismos contra estos casos son efectivos, algo que rechazan éstas, que acusan una falta de seguimiento y de información sobre los procesos para denunciar.
DÉFICIT EN LA EDUCACIÓN
El presunto abuso y acoso de Alarcón se remonta a su etapa escolar, cuando salía con Laura S. Quintero, quién confesó que al principio todo era normal en la relación, que empezó cuando ella tenía 13 ó 14 años, pero pronto cambió cuando empezó a pedirle “retos y cosas sexuales”.
“Siempre quería que lo tocara o él me pedía tocarme aunque yo me sintiera incómoda; él insistía en que era porque yo no tenía mucha experiencia y, como él sí, me enseñaría”, relata a Efe Quintero, que añade que “muchas veces” le pidió llevar a cabo actos sexuales cuando sus padres estaban en casa o tenía comportamientos inapropiados con sus amigas.
Cuando decidió acabar la relación empezó “el acoso psicológico y emocional”, y a pesar de que el tiempo pasó, Alarcón seguía tratando de contactarla, incluso enviándole fotos de sus genitales -al momento, él ya estaba en la universidad y ella seguía en el colegio.
“A mí me costó años darme cuenta de que había sido abuso. En el colegio nunca nos enseñan a identificar situaciones de abuso sexual, emocional o psicológico, para mí todos estos comportamientos eran normales a pesar de hacerme sentir incómoda”, relata.
A ella le pareció “increíble” que el colegio no supiera identificar que la víctima era ella, y no él, y denuncia que la institución “no supo tratar la situación”.
El caso de la Tadeo no es aislado; en los últimos años se han destapado casos de acoso y abuso en diferentes universidades del país. En la Nacional, la Eafit y la de Antioquia han notificado decenas de denuncias contra profesores y directivos, y también en la Universidad del Tolima y en la Distrital se han conocido casos.
EFE