Nos hacen compañía, saben cuándo vamos a entrar en casa antes de que lleguemos, se tumban plácidamente en nuestro regazo o nuestros pies, ronronean de placer cuando les acariciamos e incluso pueden comunicarse con nosotros, expresando sus diferentes necesidades con distintos tipos de maullido. Pero el cerebro de los gatos ya no es el que era. Está encogiéndose, haciéndose cada vez más pequeño, y la culpa es totalmente nuestra.
Por ABC
Esa es, precisamente, la conclusión principal de un estudio recién publicado en la revista ‘ Royal Society Open Science’ y llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Viena y el Departamento de Ciencias Naturales de los Museos Nacionales de Escocia. En su artículo, los autores han comparado las medidas craneales (un indicador del tamaño del cerebro) de los gatos domésticos modernos con las de dos de sus ancestros salvajes más cercanos, los gatos monteses africanos (Felis lybica) y europeos (Felis silvestris).
El equipo descubrió que el tamaño del cráneo, y por lo tanto del cerebro, en los gatos domésticos se ha reducido significativamente en los últimos 10.000 años en comparación con el de sus antepasados salvajes.
Lo cual, según los investigadores, no significa necesariamente que nuestro gato casero sea más tonto, por ejemplo, que un gato montés. Lo que sí parece demostrar es que la mansedumbre de los animales domésticos puede haber cambiado la forma en que se desarrollan estos animales. El estudio sugiere que estos cambios podrían empezar cuando el gato es aún un embrión y apenas esté empezando a desarrollar las células de su cresta neural, que solo tienen los vertebrados y que, entre otras cosas, desempeñan un papel clave en el desarrollo del sistema nervioso.
«La selección de la mansedumbre en la domesticación de animales -reza el artículo-, puede haber causado una regulación a la baja en la migración y proliferación de las células de la cresta neural, lo que lleva a una disminución de la excitabilidad y el miedo. Sin embargo, esta regulación a la baja también puede causar cambios correlacionados en la morfología, la respuesta al estrés y el tamaño del cerebro».
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