Ángel Lombardi: La centralidad del continente americano

Ángel Lombardi: La centralidad del continente americano

En esta proyección cartográfica las Américas tienen un lugar privilegiado como potenciales articuladoras del Mundo. Tenemos una fachada Atlántica y una del Pacífico y el continente se extiende de Polo a Polo. Estados Unidos lo sabe y lo utiliza a su favor, como debe ser, en todas las dimensiones geo-políticas. El drama del resto del continente es que somos países “insulares”, aislados entre nosotros mismos y en “pleitos” de fronteras seculares. Además de economías precarias y oscilantes y sistemas políticos atrapados en el pasado.

Sé que esta perspectiva general tiene excepciones y diferencias, pero creo que sigue siendo o expresando las dinámicas generales del sub-continente al sur de los Estados Unidos.

Si observamos el mapa de la América Central, somos un continente bifronte, con potencialidades de contacto e intercambio con el resto del mundo.





Pero todavía no tenemos el poder económico para asumir estas ventajas geo-políticas, pero lo más grave es que ni nuestros gobiernos y elites ni la mayoría de la gente tiene una visión y una consciencia global en la perspectiva del siglo 21.

Seguimos anclado en el eurocentrismo de los últimos siglos. Somos una especie de sombra de Europa sin necesidad de negar su importancia e influencia cultural formadora en nuestras sociedades.
Pero igual somos sombra de los Estados Unidos, con el cual tenemos una relación problemática de amor-odio. Para unos es el paraíso y para otros es el infierno. Ni lo uno ni lo otro, sino una realidad a tener en cuenta como país importante y que no podemos ignorar ni dejar de relacionarnos.

África está “enfrente” y no lo hemos visto, Brasil si lo ha hecho y tiene relaciones diplomáticas y económicas todavía modestas, pero con perspectivas de futuro. La idea es abrirse al mundo sin exclusiones y sin falsos alineamientos ideológicos, propios del siglo 20 y la guerra fría.

La integración territorial y económica de nuestro sub-continente es vital para el futuro, igual que la estabilidad política, la democracia y la vigencia real de los Derechos Humanos.

Creo que ya es hora de ir dejando atrás el pasado con “sus héroes y tumbas” y nuestros pleitos de aldea.