Hay paraísos naturales y paraísos creados por el hombre. Este último es el caso la isla Moyenne, el hogar de Brendon Grimshaw, quien durante 40 años se dedicó a cuidar, restaurar y repoblar una isla abandonada que ahora es un parque nacional.
Por: Clarín
Pero la forma en la que el británico llegó a su nuevo hogar despojándose de todo, al mejor estilo Robinson Crusoe, es un tanto particular. Brendon era editor de un grupo periodístico en Tanzania, África. Un hombre importante e influyente, con contactos en las altas esferas de aquella sociedad.
Pero durante unas vacaciones en el archipiélago de Seychelles se enamoró de Moyenne. Una isla que ofrecía un mundo distinto al que estaba acostumbrado. Un mundo salvaje, de aventuras, playas blancas y agua azul turquesa. Si el paraíso fuese real, sin dudas sería este lugar.
La búsqueda del tesoro pirata
Además, la isla Moyenne, que desde 1917 había estado abandonada, tenía fabulosas historias de piratas que los lugareños habían mantenido con el tiempo. Una tradición de leyendas y cuentos que mantenían en vilo a cualquiera que los escuchara. Pero había una en particular. Supuestamente, esta isla tenía un tesoro. Un botín de joyas y oro valuado en 50 millones de dólares.
Según la leyenda, este tesoro había sido escondido por piratas en este sitio, ya que hasta el siglo XIX las Seychelles estaban deshabitadas, y servían de refugio a los corsarios que asaltaban los navíos que recorrían la ruta desde India a África.
Así las cosas, animado por un cambio de vida, Brendon Grimshaw compró las nueve hectáreas de la isla Moyenne, el 24 de febrero de 1962, a cambio de 17 mil dólares. Su vida cambió para siempre y la de esta isla deshabitada e inhóspita también.
Vivir solo en una isla
La nueva vida del editor periodístico comenzó en 1973, cuando se mudó allí completamente solo a los 48 años. Su nuevo hogar era una isla desierta en la que nadie había vivido durante 5 décadas, sin electricidad, sin agua corriente y sin comodidad alguna del mundo moderno.
Llegó vía marítima desde Kenia, porque todavía no había aeropuerto en Seychelles. Llevaba unas cuantas cajas con hachas, sierras, cemento, fósforos, comida enlatada, agua, libros y todo tipo de herramientas.
Los arbustos estaban tan crecidos y densos que los cocos no podían siquiera caer al suelo. Junto a Rene Lafortune, un nativo que lo ayudó a trabajar en la isla, transformaron este lugar. Plantaron más de 16 mil árboles (caoba, palma, mango y papaya) y construyeron 4,8 kilómetros de senderos naturales.
Transformando el lugar
Transformaron juntos una isla desértica en un paradisíaco lugar que ahora es un parque nacional. En 2007 su compañero Rene falleció de cáncer. Pero él siguió cumpliendo su sueño. Grimshaw crio 120 tortugas gigantes de Aldabra, animal que estaba al borde de la extinción y atrajo 2 mil nuevas aves a la isla.
La reserva natural alberga más de dos tercios de todas las plantas endémicas de las Seychelles. En cuanto al tesoro pirata, Brendon y Rene buscaron durante 27 años el famoso botín. Excavaron, removieron tierra, incluso hasta dinamitaron rocas, pero nunca pudieron dar con él.
Era el año 2002 y después de tanto tiempo de trabajo desistieron de su búsqueda. Para aquel momento Brendon tenía 77 años y su amigo luchaba contra el cáncer. Encontrar un tesoro ya era imposible para ambos.
De todas maneras, el británico le confesó al diario El Mundo de España que “estaba convencido” de que el tesoro estaba en la isla. Y agregó: “Simplemente yo no he sabido encontrarlo. Fue como jugar a la lotería durante 27 años. Tener que dejarlo no fue una tragedia pero sí una desilusión”.
Rechazó 50 millones de dólares
Otra de las increíbles cosas que sucedieron en la vida de este hombre fue la oferta de un príncipe saudí de 50 millones de dólares por la isla. El “Robinson moderno” se negó rotundamente y dijo: “No quiero que la isla se convierta en el lugar de vacaciones favorito de los ricos. Mejor que sea un parque nacional que todos puedan disfrutar”.
Y así sucedió. En 2008 esta paradisíaca isla que Grimshaw había comprado hacía 5 décadas y por la que había trabajado incansablemente fue declarada Parque Nacional Isla Moyenne y su dueño fue el único habitante hasta su muerte, en julio de 2012.
Pero con el paso del tiempo la gente pudo disfrutar del trabajo de este hombre. En 2013 se construyó una cabaña y se asignó un guardián a la isla para que controle el ingreso de turistas que disfrutan de las playas, de la diversidad marítima, del restaurante local y de un pequeño museo dedicado a Grimshaw.
La Fundación de la Isla Moyenne se propone cumplir con los deseos del británico: que la isla siga siendo un paraíso natural luego de su muerte. “He pasado 33 años de mi vida convirtiendo una isla salvaje en lo que hoy es. Veo los árboles de 12 metros que planté yo. Son mis amigos y ésta es mi casa”, había dicho Grimshaw en 2006.
Por otra parte, en 1996 Grimshaw escribió un libro sobre él y su historia en la isla llamado “Un grano de arena”. Asimismo, en 2009 se estrenó una película documental homónima sobre este inglés que dedicó cuatro décadas de su vida a construir un paraíso natural para que los demás puedan disfrutar.