Juan Pablo García: La brecha digital

Juan Pablo García: La brecha digital

Se ha dicho muchas veces que los venezolanos nos hemos salvado del aislamiento con familiares y amigos, gracias a internet y las distintas aplicaciones telefónicas. Uno no puede ni imaginarse al país que hubiera dependido completamente de la telefonía convencional. No hay divisas para lo que se llamó el Discado Directo Internacional (DDI), porque – ninguna novedad – quebró CANTV, saqueada por todos estos años por los comunistas.

Llegó la pandemia y la situación se sinceró y empeoró de acuerdo a las conveniencias del régimen que tiene en CONATEL un importante bastión, al igual que pasa con los terroristas y mercenarios que se han repartido el territorio nacional. Desde hace añales, cada vez más desactualizados tecnológicamente, la brecha digital se ha agigantado. Y es lo que todo el mundo ha visto en el sistema educativo venezolano público y privado. Por cierto, es demasiado excepcional el caso de los colegios privados que pueden afrontar y, a veces, holgadamente el problema, sobre en la Caracas que es sede de las representaciones diplomáticas y envían a sus hijos a esos colegios, o de los grandes enchufados que no encuentran manera de lavar sus reales para pagarlos en el extranjero. Es inmensa la desigual social bajo el socialismo del siglo XXI.

La brecha digital comienza con la falta de electricidad, el costo prohibitivo de los equipos electrónicos (aún del más sencillo teléfono inteligente o computadora), la prácticamente imposible calidad de la señal si es que alguien logra contratarla, pagar los técnicos y que no le roben los cables, las antenas y la propia señal. Los datos son demasiados caros y también llegan débiles para determinadas aplicaciones. No hay maneras, si se tiene más de un hijo, que reciban clases adecuadamente contando con un solo equipo y una coincidencia de horarios. Ya han dejado de funcionar los antes célebres cibercafés, afectados por la falta de señal y el deterioro de los equipos. Además, el costo de las impresiones es un escándalo. Y recuerdo que un abogado en ejercicio que ya no podía pagar oficina o cubículo y secretaria, hacia el documento en casa, el cliente pagaba la impresión en el cibercafé y listo. Ya nada de esto es posible. La brecha digital es demasiado grosera, por no decir que la censura y el bloqueo informativo completa la faena si es que por casualidad la persona puede conectarse.

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