Durante años el régimen de Nicolás Maduro hizo sus mayores esfuerzos por intentar tapar los vínculos que tenían con su hijo predilecto, el “empresario” colombiano Alex Saab, pero cuando ciertos secretos se vieron amenazados tras su sorpresiva captura en Cabo Verde en junio de 2020, el famoso testaferro cambió rápidamente su estatus en Venezuela como un agente “diplomático”.
Saab junto a Álvaro Pulido lideraron desde el 2009, durante el gobierno del fallecido Hugo Chávez, un entramado esquema de sobornos en donde conspiraron para apropiarse de millonarias sumas de dinero. Cerca de 350 millones de dólares fueron a parar con aval del Estado a los bolsillos de estos virtuosos del engaño.
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Devoción chavista
Los negocios de Saab y Pulido iniciaron cuando obtuvieron un contrato para construir 25 mil viviendas de bajo costo durante el mandato de Chávez, por “tres o cuatro veces el valor real”, según detalló posteriormente la acusación en su contra hecha por el Departamento del Tesoro de EEUU. En ese contexto, se habrían aprovechado del tipo de cambio oficial presentando documentos de importación falsos para bienes y materiales que nunca arribaron al país y sobornando a los funcionarios para la aprobación de los mismos.
Sin embargo, el poder del colombiano aumentó significativamente en 2016, cuando bajo un esquema de sociedades fantasmas, se lucró ilícitamente a través de la importación de alimentos de baja calidad para abastecer a los Clap, plan de alimentación de bajo costo impulsado por Maduro.
Desde entonces, la figura de Saab se había mantenido en el ostracismo, y se vilipendiaba a cualquiera que intentara desenmascarar los desleales negocios que fungía con el chavismo, aunque por otro lado, la joya de la corona mantenía conversaciones secretas con la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) aportando información sobre los turbios intereses que sostenía con el régimen.
Doble agente
Saab se convirtió en una especie de “espía” para Estados Unidos, y proporcionó elementos claves para poner a Maduro y sus aliados contra las cuerdas, a pesar de que se vio obligado a devolver millones de dólares de sus ganancias como parte del acuerdo inicial. Un convenio que incluía entregarse a las autoridades norteamericanas para el primer semestre de 2019. Todo esto a las sombras de su mayor benefactor, el chavismo.
Al no cumplir con lo pautado, perdió su posición de colaborador y Estados Unidos lo acusó formalmente señalándolo de varios delitos, como lavado de activos, concierto para delinquir, enriquecimiento ilícito, exportación y/o importaciones ficticias, además de estafa.
Producto de las sanciones aplicadas al régimen, Saab comenzó a desempeñarse como un “enviado especial” para adquirir alimentos y medicinas de carácter humanitario, e incluso combustible para abastecer la alta demanda en Venezuela. Y es justo en una escala en Cabo Verde para negociar en Irán el envío de tanqueros cargados con gasolina cuando sorpresivamente las autoridades locales lo arrestaron por una alerta roja emanada desde Interpol.
En manos de la Justicia
Al conocerse su detención, el chavismo adelantó una medida desesperada y le otorgó a Saab la condición de “agente diplomático” a fin de evitar su inminente extradición a Estados Unidos, contemplando la posibilidad de que su más férreo aliado comercial comenzara a “cantar”, desconociendo por completo que ya tenía años “soltando la lengua”.
Las interacciones entre Saab y las autoridades federales se mantuvieron en secreto ante el temor y la angustia de que el régimen atente contra la familia del colombiano radicada en Venezuela, una carta que ha usado en reiteradas oportunidades la dictadura como retaliación ante una circunstancial traición.
¿Actuó Saab como “embajador” de la DEA? Es la incógnita que quedará en la mente de quienes hoy usurpan el poder en Miraflores que utiliza a su testaferro detenido como ficha en el tablero del diálogo en Venezuela. Ahora, comenzará a considerar si ha sido una jugada acertada la defensa a su favor temiendo que salgan a la luz detalles que podrían acabar con el liderazgo de la “robolución” Bolivariana.