Observaciones de la densa nube de polvo que oculta un agujero negro supermasivo en el centro de la cercana galaxia Messier 77 han ofrecido la confirmación más clara hasta ahora de la teoría que explica la estructura de los núcleos galácticos activos (AGN, en sus siglas en inglés), propuesta hace cerca de tres décadas.
La revista “Nature” publica este miércoles las conclusiones de un estudio elaborado a partir de datos extremadamente detallados obtenidos con el interferómetro del gran telescopio del Observatorio Europeo Austral (ESO) del gas que se acumula en esa galaxia, también identificada como NGC 1068.
Un grupo dirigido por Violeta Gámez, de la Universidad de Leiden (Países Bajos), ha determinado que el material de su centro galáctico gira en torno a un gran agujero negro, que acabará devorándolo por completo.
Durante ese proceso, que se cree común con otros AGN, se liberan grandes cantidades de energía, por lo que a menudo estos centros llegan a eclipsar al resto de estrellas de la galaxia.
La estructura del grueso anillo de polvo cósmico que cubre el agujero negro de Messier 77 proporciona nuevas evidencias clave para respaldar la teoría conocida como el Modelo Unificado de AGN.
Esos centros masivos son “los bloques de construcción esenciales en la creación y la evolución de las galaxias”, explicó a Efe la autora principal del trabajo.
Observaciones anteriores de diversas galaxias, incluida NGC 1068, habían apuntado a la presencia de material caliente cerca de sus centros, pero “la longitud de onda y el rango de resolución de esas observaciones no eran adecuados para establecer la estructura de la nube de polvo”, indicó Gámez.
“Nuestros resultados son la prueba más directa del Modelo Unificado”, destacó la investigadora. “Aunque ningún resultado único resolverá todas las preguntas que tenemos, hemos dado un paso importante en la comprensión de cómo funcionan los AGN”, agregó.
Las observaciones fueron posibles gracias al instrumento MATISSE (siglas en inglés para Experimento Espectroscópico Multiapertura en el Infrarrojo Medio) ubicado en el desierto de Atacama (Chile).
MATISSE combinó la luz infrarroja recibida por los cuatro telescopios de 8,2 metros del Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo utilizando una técnica llamada interferometría para escanear el centro de Messier 77, a 47 millones de años luz de distancia en la constelación de Cetus.
“Las imágenes que obtuvimos detallan los cambios en la temperatura y la absorción de las nubes de polvo alrededor del agujero negro”, detalló el coautor Walter Jaffe, profesor de la Universidad de Leiden.
La temperatura del polvo varía entre algo más de cero grados y 1.200 grados centígrados. Esos cambios permitieron construir un mapa detallado e identificar dónde debe de estar situado el agujero negro, una estructura que respalda el actual Modelo Unificado.
Gámez recalcó que el trabajo puede ayudar a “comprender mejor la historia de la Vía Láctea, que alberga un agujero negro supermasivo en su centro que pudo haber estado activo en el pasado”. EFE