La búsqueda de desaparecidos tras los mortales deslizamientos en la ciudad brasileña de Petrópolis se prolongaba este viernes, que continuaba en alerta por lluvias tres días después de un temporal histórico que dejó al menos 122 fallecidos.
Las autoridades de la antigua ciudad imperial, donde las sirenas volvieron a sonar por la tarde por riesgo de fuertes precipitaciones, seguían trabajando a destajo para localizar víctimas entre los escombros y despejar las calles de asfalto que quedaron completamente cubiertas por el barro.
“Vimos una intensa destrucción, una imagen casi de guerra”, dijo el presidente Jair Bolsonaro al visitar brevemente la zona devastada por la mañana junto a varios ministros, al regreso de su viaje a Rusia y Hungría.
El presidente se defendió de las críticas que suscitó la tragedia, ocurrida por unas lluvias torrenciales en una zona montañosa de construcciones precarias.
“No podemos prever todo lo que va a acontecer en 8,5 millones de km2 (la superficie de Brasil, ndlr). La población lleva razón a la hora de criticar, pero esto es una región accidentada, no es la primera vez que ocurre una tragedia aquí. Vamos a poner de nuestra parte”, agregó.
Junto con la Alcaldía, grupos de voluntarios articulaban campañas de donaciones para aquellos que sobrevivieron a la tragedia pero lo perdieron todo.
Después de auxiliar a quienes habían quedado atrapados en los escombros, “vimos que las personas precisaban otro tipo de ayuda”, cuenta a la AFP Daniel Vasconcellos, un joven abogado que, en medio de una avalancha de donaciones, está empeñado en hacer llegar a los vecinos los artículos que realmente necesitan, como ropa interior, agua potable y mamaderas.
“A veces reciben cosas que no precisan y acaban tirándolas. Nosotros vamos y les preguntamos qué precisan. Y si no hay, lo compramos”, explica.
– “Aquí puede haber 50 personas” –
En Morro da Oficina, uno de los cerros del barrio Alto da Serra, unas 80 casas quedaron sepultadas por la fuerza de los torrentes de lodo que arrastraron automóviles, buses con pasajeros y todo a su paso.
“Puede ser que todavía haya más de 50 personas aquí abajo, desde el martes ya fueron retirados 98” cuerpos, explicó a la AFP Roberto Amaral, coordinador del grupo especializado en desastres naturales del Cuerpo de Bomberos Civiles, mientras efectivos y voluntarios retiraban escombros y cavaban con palas y azadas en el lodo en busca de algún rastro de vida.
“Nos gustaría terminar cuanto antes, pero aquí tenemos que trabajar hasta que salga el último”, agregó.
El desastre arroja cifras cada vez más dramáticas.
Por ahora hay 122 muertos confirmados, 24 rescatados y 849 desplazados, mientras que las cifras de desaparecidos son confusas debido a los pocos cuerpos identificados, que la estatal Agencia Brasil cifró en 57 este viernes.
La Policía Civil registraba 218 desaparecidos, pero no dejó claro si esa lista podría incluir nombres de fallecidos aún por identificar o de personas que ya fueron ubicadas por sus familiares.
– Una ciudad con “miedo” –
“Todo el mundo está con mucho miedo. Cualquier ruido nos asusta. Toda la ciudad está así”, dijo en alusión a la probabilidad de nuevas lluvias Antenor Alves de Alcantara, un jubilado de 67 años, que se trasladó con sus familiares a una colina próxima.
“Está bien que el presidente nos visite, pero no va a cambiar nada”, agregó.
El papa Francisco expresó por su parte “sus condolencias” y compartió “el dolor de todos los enlutados o despojados de sus bienes”, en un telegrama en portugués enviado al obispo de Petrópolis, Gregorio Paixao Neto.
El gobierno federal anunció el desbloqueo de una ayuda de 2,3 millones de reales (440.000 USD), mientras el ministerio de Desarrollo Regional indicó que facilitará nuevas sumas en los próximos días.
Según los expertos, la tragedia es consecuencia de una combinación de factores, entre estos una lluvia en seis horas superior a la media histórica de todo febrero, la topografía de la región y la existencia de grandes barriadas de casas precarias, muchas de ellas construidas de manera ilegal, en las escarpadas zonas de riesgo.
AFP