En 2016, Alex Saab era un valor al alza en el complicado entramado vertical de la jerarquía chavista. Este empresario colombiano (Barranquilla, 1971) llevaba ya un lustro demostrando a los mandamases en Caracas que sabía hacer negocios.
DAVID ALANDETE // ABC
De hecho, desde 2011 hasta 2015 lavó 350 millones de dólares de una trama de sobornos para construir viviendas de bajo coste en Venezuela, según la fiscalía norteamericana, que hoy le juzga en Miami tras su extradición.
Nadie imaginaba entonces que este imparable conseguidor del chavismo, que llegaría a ser nombrado hasta embajador plenipotenciario de Venezuela en toda África, retratado por Caracas como una de las grandes víctimas del intervencionismo norteamericano, comenzó aquel año contactos con la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) para traicionar a sus jefes y tratar de eludir un destino del que finalmente no ha podido escapar.
Según un impactante documento judicial hecho público el miércoles 16 de febrero, Saab se reunió los días 8 y 10 de agosto de 2016 con agentes especiales de la DEA y el FBI (la policía judicial de EE.UU.) en Bogotá.
En esas primeras reuniones secretas, el empresario ya dio abundante información sobre sus contratos con el gobierno venezolano para las viviendas sociales, y ofreció todo tipo de detalles sobre la forma en que recibía los pagos y cómo los canalizaba al extranjero, por medio de EE.UU. Saab ya fue muy preparado a la reunión: se hizo acompañar por abogados suyos tanto en EE.UU. como en Colombia.
Después, según el Tesoro norteamericano, Saab siguió amasando más dinero, vendiendo al régimen de Maduro miles de toneladas de alimentos humanitarios de baja calidad y con precios astronómicos, dentro del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Su destreza y lo que a ojos de las autoridades de EE.UU. parecen pocos escrúpulos en el mundo de los negocios, le hicieron subir y subir en los rangos del chavismo hasta que en el momento de su arresto en Cabo Verde junio de 2020 era el principal conseguidor de Maduro, el gran distribuidor tapado del sancionado crudo venezolano en México, Rusia y Emiratos Árabes Unidos.
Nunca la cúpula del chavismo sospechó que durante tres años Saab fue una fuente principal de información para la inteligencia estadounidense en su estrategia de contener los excesos del chavismo. Maduro hasta logró que Rusia e Irán, sus salvavidas y grandes socios, reconocieran públicamente la inmunidad diplomática de Saab.
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