A pesar que –como dice el refrán– en pelea de tigres no hay burro con reumatismo, el usurpador de Miraflores abrió la boca para ponerse a la orden de Putín en un eventual enfrentamiento con las fuerzas de la OTAN.
Si llegase a concretarse una guerra (Dios mediante no ocurra) entonces gracias a la bocaza de los usurpadores, nos van a meter en la mira telescópica de las potencias enfrentadas. Pues, nuestro país sería solo un peón en el tablero que los rusos jugarán.
¿Creen ustedes que los estadounidenses, por ejemplo –al llegar un conflicto– permitirán tener bases enemigas en Venezuela, Nicaragua o Cuba? Esto es impensable, lo primero que harían sería proteger su fllancos (como se dicen en argot bélico) lo que pondría a nuestra nación en el ojo del huracán.
Sin duda, Nicolás Maduro no midió las consecuencias de sus actos y/o palabras; no calculó el efecto de sus arrebatos y ahora tenemos que rezar todos juntos para que la guerra no se prenda ni mucho menos que llegue hasta nuestro país.
La ucranización de Venezuela, es decir epicentro de un conflicto mayor, es posible debido a que Rusia pudiera aprovechar la ocasión para extender su poder hasta América Latina ladrándole en la cueva a los norteamericanos.
Y, los gringos no se quedarían con ese agravio y responderían, teniendo como resultado un enfrentamiento total que dejaría a nuestra ya adolorida nación en medio de una devastación tremenda y cruel.
Los usurpadores deberían dejar de hablar de Ucrania y ser más responsables en sus declaraciones; pues, no sería nada bueno para los venezolanos estar en medio de una refriega bélica como la que pudiera armarse en cualquier momento entre una Rusia que no ve para los lados y un EEUU que se defendería con todo.
Ese posible conflicto dejaría a Venezuela como un punto dentro de los mapas guerreros de los poderosos, como un campo más de enfrentamiento. Y, esto terminaría de condenarnos. Por ende, es vital que alertemos a la población del grave peligro que corremos y nos ocupemos de terminar de sacar a esta tiranía responsable de todos los problemas que a lo interno padecemos.
Debemos poner nuestras bardas en remojo, y exigirle a los sujetos que usurpan los espacios de poder que comprendan lo que está en juego y entiendan que no es poca cosa sino la concreción de un choque entre dos gigantes, y, como dice el adagio africano, cuando dos elefantes pelean quien sufre es la tierra.
Si Venezuela termina estando dentro de una guerra de esa magnitud, toda la responsabilidad será de Nicolás Maduro. Todo lo que pase, las perdidas de vidas, las pérdidas económicas y naturales del país serán culpa de Maduro y su camarilla por la posición de favoritismo desmedido a favor de los rusos.
Así de claro, así de simple.