“La más importante y la primera tentativa de separarse de España y fundar una República independiente. Sus instigadores: Manuel Gual, capitán retirado y José María España, Justicia Mayor de Macuto. Para llevar a cabo su proyecto tomaron contacto con algunos españoles republicanos deportados de España y otros ciudadanos, entre los cuales estaban Juan Bautista Picornell, Manuel Cortés Campomanes, Sebastián Andrés, José Lax, Manuel Montesinos Rico y Juan Xabier Arrambide. Un grupo de mulatos de la Guaira también estaba comprometido en el proyecto de sublevación. Su programa indica que se trataba de una verdadera revolución igualitaria político-social. Estaba contenido en las Ordenanzas cuyos artículos 32, 33 y 34 declaraban la igualdad natural entre todos los habitantes, la abolición del pago del tributo por los indios, la repartición de tierras entre éstos y la abolición de la esclavitud. El artículo 44 creaba una escarapela cuatricolor como bandera de la futura República libre. Las “proclamas” eran el vehículo propagandístico encaminado a buscar adeptos a la revolución. Asimismo hicieron circular la traducción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, hecha por Picornell y canciones revolucionarias como La Carmañola Americana. El proyecto de conspiración fue descubierto el 13 de julio de 1797. Gual y España se refugiaron en Trinidad donde continuaron su propaganda revolucionaria. España regresó clandestinamente a Venezuela; capturado, fue condenado el 8 de mayo de 1799 a la pena de muerte, arrastrado por las calles de la cola de un caballo, ahorcado en la Plaza Mayor (hoy plaza Bolívar) y descuartizado. Tenía 38 años. Varios de sus cómplices también fueron ahorcados. Gual murió, probablemente envenenado por un realista, en Trinidad en 1800”. Diccionario de Historia de Venezuela, Fundación Polar, 1988.
La conspiración de Gual y España, develada el 13 de julio de 1797, fue la primera ocurrida en Venezuela que se propuso la sustitución del régimen colonial y la autoridad del Rey español por un tipo de gobierno republicano muy influido por las ideas de la Revolución Francesa (1789). A pesar de su fracaso hay que considerarla como muy significativa, ya que planteó en su momento, una distinción entre un pasado que tenía que ser superado y abolido por un nuevo tiempo basado en el triunfo de la libertad sobre el despotismo. Sus principales ejecutores fueron hombres identificados con el programa liberal/republicano, tal como se puede constatar a través de la lectura de sus principales documentos, elaborados para ser ejecutados dentro de la acción pública. Entre ellos cabe destacar: los “Derechos del hombre y del ciudadano con varias máximas republicanas”; el “Discurso dirigido a los Americanos”; la “Carmañola Americana” junto a la “Canción Americana” y los 44 artículos de las “Ordenanzas”.
Por primera vez las autoridades españolas tuvieron que hacer frente a un movimiento claramente politizado; ya no se trataba de ir en contra de los impuestos, monopolios, abusos de autoridad y en contra del régimen de esclavitud. En 1797 todo el edificio colonial fue cuestionado radicalmente, y se vivió la necesidad, por parte de un grupo de ciudadanos, de que éste tenía que ser superado. Con la conspiración de Gual y España, Venezuela entró por primera vez al ámbito de la política, entendida ésta, como debate y conflicto entre ideologías y filosofías distintas con relación al poder, la sociedad y el hombre; la sociedad colonial dejó de ser un ámbito de pensamiento único.
Todo indica que fue un movimiento de intelectuales pardos y mestizos con participación protagónica de liberales españoles recluidos en cárceles venezolanas como Juan Picornell, Manuel Cortés Campomanes, José Lax y otros, quienes habían tratado de pronunciarse en España contra la Monarquía en la también fracasada conspiración de San Blas en Madrid, febrero del año 1796.
Este movimiento conspirador, develado en el Puerto de La Guaira, causó un gran desconcierto e impacto entre los funcionarios españoles de la Corona, y entre el sector de los blancos criollos quienes temieron el trasfondo social que poseía. Muchos de estos blancos criollos se ofrecieron ante las autoridades españolas para colaborar con la represión del movimiento, algo que ya era común en este tipo de circunstancias; el miedo a un cambio de régimen era inaceptable para los encumbrados criollos satisfechos con el alto reconocimiento y status que habían alcanzado y del cual hacían ostentación.
Una de las “Ordenanzas” dice lo siguiente: “Se declara la igualdad natural entre todos los habitantes de las Provincias o Distritos y se encarga que entre los Blancos, Indios, Pardos y Morenos reine la mayor armonía, mirándose como hermanos en Jesucristo iguales por Dios, procurando aventajarse solo unos a otros en méritos y virtudes que son las únicas distinciones reales y verdaderas que hay de hombre a hombre y habrá en lo sucesivo entre todos los individuos de nuestra República”.
Todavía en julio de 1800, luego de tres años, se siguió ventilando en los tribunales españoles los sucesos de La Guaira. La mayoría de los implicados terminaron en el presidio, algunos fueron severamente castigados con la pena de muerte como en el caso de uno de sus cabecillas: José María España, ejecutado el 8 de mayo de 1799; otros corrieron con mejor suerte y pudieron escapar hacia las islas vecinas como Manuel Gual y Juan Picornell, manteniendo sus actividades revolucionarias a través de la propaganda y entrando en contacto con otros adeptos a la causa como Francisco de Miranda en Londres, el colombiano Nariño y algunas autoridades inglesas dispuestas a colaborar como el Gobernador de Trinidad Thomas Picton.
El historiador merideño Alí López, Premio Nacional de Historia, y uno de los principales expertos en el tema y quién ha estudiado las reacciones de las autoridades coloniales venezolanas ante los sucesos de La Guaira en 1797, ha llegado a las siguientes conclusiones: 1. La vulnerabilidad del poder político y militar de la Provincia de Venezuela contrastaba con la efectiva acción judicial de la Real Audiencia desde su instalación. 2. La alianza de las elites locales junto con las autoridades coloniales para reprimir cualquier alteración del orden establecido. 3. Las drásticas medidas y castigos evidenciaron el temor a la propagación de las ideas republicanas que pudiesen alentar otra conspiración de igual signo. 4. El ideario revolucionario empezó a ser conocido por la elite criolla, quienes actuarán en 1810 siguiendo los pasos de Gual, España y Picornell, bajo el impulso de nuevas circunstancias.
Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia
@LOMBARDIBOSCAN