Nunca imaginó aquel hombre a quien la suerte le permitió ser presidente de Rusia al desmoronarse la Unión Soviética en 1991, las consecuencias que su decisión traería treinta años después. En efecto, un Boris Yeltsin medio alcoholizado escogió al antiguo funcionario de la KGB (la temible policía política rusa) como su sucesor. Vladimir Putin había sido un agente del espionaje ruso destacado en Alemania Oriental a quien la caída del Muro de Berlín lo sorprendió en Dresden. Apoyado en los elevados ingresos petroleros, Putin se propuso restablecer la supremacía de Rusia. Hay que recordar que la economía de Rusia tiene solamente dos industria claves, la petrolera y la armamentista.
Putin ha gobernado por casi veinte años en Rusia habiendo conformado un régimen autoritario en una nación que nunca ha conocido la democracia ya que saltó del feudalismo y la autocracia zarista en 1917 al comunismo y la consecuente implantación del terror rojo por parte de Lenin y Stalin. En particular, Stalin anexó por la fuerza a Ucrania y Bielorusia en 1922 a la Unión Soviética y posteriormente a Lituania, Estonia y Letonia en 1939 y ocupó militarmente toda Europa Oriental durante la Segunda Guerra Mundial y dividió Alemania con la creación de la República Democrática de Alemania, colocando un gobierno títere. En 1956 se produce la invasión a Hungría y a Checoslovaquía en 1968 (la llamada primavera de Praga), donde los tanques de Rusia aplastaron a sangre y fuego los movimientos libertarios en dichas naciones. De allí la ruso fobia en la gran mayoría de esos países. Sin embargo con la invasión a Afganistán en 1979 la derrota fue humillante para los rusos.
El imperialismo ruso se propuso con Putin expandirse ocupando regiones como fueron los casos de Abjasia, una república independiente perteneciente a Georgia en 2008, a lo que siguió Osetia del Sur también en Georgia, Transnitria en Moldavia y luego Crimea en 2014. Crimea había sido cedida a Ucrania por parte de Nikita Kruschev en 1954. Tomen en encueta que aunque Kruschev era ruso, su madre era de Ucrania y se dice que sentía algo especial por esa república.
Ahora con una versión torcida de la historia, Putin ha proclamado que Ucrania no es nación y que no tiene derecho a existir a pesar que fue reconocida como tal por Rusia cuando se desintegró la Unión Soviética. Con la invasión a Ucrania, Putin ha puesto a la humanidad en la verja de un conflicto que puede escalar toda vez que ha retado prácticamente a todo el mundo. De esta manera, Putin ha logrado articular una alianza mundial contra él que va desde el Presidente Erdogán de Turquía, hasta Joe Biden, pasando por toda la Unión Europea, Australia, Japón, Corea del Sur, la gran mayoría de los países africanos, México, Brasil, y una parte del Partido Comunista de Rusia, entre tantos otros.