#SuisseSecrets en Armando Info: Para los espías, el Credit Suisse tuvo una diligencia indebida

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Carlos Aguilera Borjas, entonces capitán del Ejército, participó en la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, que lideró Hugo Chávez junto a otros tres tenientes coroneles del llamado MBR200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, una logia clandestina cívico-militar de izquierda nacionalista). Fue a prisión tras el fracaso de la intentona, como el propio Chávez, que lo siguió considerando como uno de los “muchachos” del movimiento. La confianza se acentuó con el tiempo y Chávez, libre desde 1994, quiso a Aguilera entre sus guardaespaldas mientras recorría el país.

?Occrp? / ?Daraj? / ??Süddeutsche Zeitung ?/ ?NDR // Armando Info 

Cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia de Venezuela por vía electoral, en febrero de 1999, tenía aún en la memoria el nombre y trayectoria de Aguilera Borjas y premió su lealtad. Lo nombró director de Relaciones Presidenciales. Luego vinieron otros cargos de cierta relevancia e indudable proximidad con la vida del palacio presidencial de Miraflores: Viceministro de Gestión Comunicacional, Secretario de la Presidencia de la República y Presidente de la Fundación Pueblo Soberano. Aguilera coronó su carrera fulgurante con su designación como director de la policía política, la Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip).

En marzo de 2002, Chávez, el mentor de Aguilera, continuaba elogiándolo en público, hasta concederle una cierta aura de leyenda: “Carlos Aguilera, el jefe de la Disip, policía política, anda por ahí, nadie lo ve, [aunque] yo sí sé dónde está parado ahorita”, dijo el comandante revolucionario, con su estilo entre la guasa y la intriga, mientras acuñaba para su pupilo el apodo de El Invisible, durante su maratónica alocución dominical del programa televisivo Aló, Presidente del 3 de marzo de ese año.

Pero un mes más tarde, su suerte se torció. Aunque quién sabe si para mejor.

Aguilera fracasó en detectar y sofocar el pronunciamiento militar que entonces se engendraba y que se manifestó de manera abierta el 11 de abril de 2002, aunque apenas consiguió desalojar a Chávez del poder por 47 horas. Aguilera no solo no pudo proteger a su jefe: durante la asonada, agentes rebeldes de la Disip lo pusieron bajo arresto en la sede del cuerpo. Pudo escapar del confinamiento gracias a una astucia del prochavista general Jorge Luis García Carneiro, y solo tuvo reflejos para prepararse a desaparecer en la clandestinidad. Según versiones, se afeitó su característico bigote para pasar inadvertido.

Distaba mucho del desempeño que se esperaba del jefe de la cheka chavista. Se le destituyó y marginó a una canonjía devaluada, al frente del Fondo de Jubilados y Pensiones, para luego sí hacerse invisible, al menos desde noviembre de 2002, cuando desapareció de la vida pública.

Aguilera se mudó a España, donde hizo posgrados y se dedicó a los negocios. Ninguna de esas reconversiones, sin embargo, bastaba para explicar cómo hizo para amasar enseguida una enorme fortuna, incorporado de lleno como empresario a la vida de paisano.

Al Credit Suisse, segundo banco del mercado suizo, tampoco le interesó averiguar el origen de esa fortuna antes de aceptarlo como cliente. Consigo traía, literalmente, millones. Al menos desde 2011 fue cliente del banco. Como ahora revelan los datos de la filtración que dio origen a la serie de los Suisse Secrets -información sobre cuentas bancarias del Credit Suisse abiertas desde los años 40 hasta bien entrada la década de 2010-, entregada al diario alemán Süddeutsche Zeitung y compartida con Occrp (Organized Crime and Corruption Reporting Project) y, luego, con 48 medios internacionales-, ese año Aguilera Borjas abrió dos cuentas que alcanzaron un balance de 7,8 millones de francos suizos (8,6 millones de dólares) y siguieron abiertas por varios años.

En 2007, Aguilera se convirtió en el principal accionista de Inversiones Dirca S.A., una sociedad venezolana que, al año siguiente, le aseguró un contrato de 1.850 millones de dólares a un consorcio empresarial español para renovar el Metro de Caracas. No hubo un proceso de licitación pública y Aguilera se llevó una comisión de 4,8%, que equivalía a cerca de 90 millones de dólares.

Luego abriría otras nueve empresas (entre Venezuela, Panamá, Barbados y España) de las que fue codueño junto con miembros de su familia y que tuvieron relaciones con bancos suizos y españoles, específicamente con el Banco Madrid, filial en España de la Banca Privada de Andorra (BPA). El escándalo tras la intervención de la BPA en 2015 y por la que se habrían canalizado hasta 2.000 millones de dólares saqueados del dinero público venezolano, reveló la existencia de una cuenta de Aguilera Borjas en esa entidad por la que pasaron 6,5 millones de euros (unos 7,9 millones de dólares, a la tasa de cambio actual)

En Venezuela compró dos casas, una de 700.000 dólares y otra 1,3 millones de dólares. En 2019 apareció nombrado en una demanda introducida en República Dominicana contra el complejo Costa Sur de Casa de Campo -el exclusivo resort en el sureste de la isla- por haber fallado, supuestamente, en “evitar que personas ajenas o extrañas accedan a dichas instalaciones con la finalidad de violar el domicilio, la integridad personal, la intimidad y el honor personal, el buen nombre y la imagen de los Sres. Carlos Luis Aguilera Borjas y Masri Palma Violet Esperanza”. La mención permite pensar que Aguilera y su pareja tienen una propiedad en el mencionado complejo de lujo.

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