No creo que el genocida Vladimir Putin haya iniciado su criminal guerra contra Ucrania sin haber medido bien sus alcances y consecuencias. El ex hombre de la KGB, el espía que devino tirano de la gran Rusia, tiene suficientes credenciales en el siniestro ámbito de la estrategia militar y política como para considerar que cometería un error como el que en apariencia está cometiendo en su fatal invasión militar. No hay errores, hay cálculo.
Putin sabe lo que hace pese a la heroica resistencia ucraniana, lo sabe tan bien que el mundo occidental se ha quedado paralizado ante su arremetida. Él lo previó.
Hasta ahora, pese a la impopularidad mundial, Putin avanza.
La devastadora fuerza soviética
Una guerra convencional no dura días, dura meses, a veces años. Que los norteamericanos hayamos triunfado en cuestión de días en los conflictos de Irak y Afganistán no es referencia. Somos la nación más poderosa del mundo y nuestras fuerzas militares son incomparables con las de cualquier ejercito sobre la faz de la tierra. La guerra en Ucrania está pautada para durar meses, sino años. Los invasores rusos han sufrido lo impensable, pero su fuerza militar es superior.
Sin duda, Putin y su ejército ruso no tiene la misma capacidad que el norteamericano como ha quedado en evidencia en Ucrania, pero tiene la fuerza suficiente para devastarla.
No puede haber falsas expectativas, una guerra es mortandad.
El pueblo honorable y el presidente Zelensky
Putin ha amenazado y chantajeado al mundo libre de Occidente con emplear armas nucleares si participan en su guerra genocida contra Ucrania, la respuesta ha sido –como el ruso lo suponía– la parálisis. Han dejado solos a los ucranianos y han permitido el avance del genocida. No así los ciudadanos del mundo que nos hemos volcado en defensa del honorable y heroico pueblo ucraniano y de su presidente Volodímir Zelensky. Ha sido la primera guerra mundial de la conciencia y la comunicación individual contra una feroz tiranía.
No lo niego, pese a la cruda realidad genocida, me siento orgulloso de formar parte de la primera resistencia universal contra un genocidio, con mi voz, con mi crítica.
Si los líderes de Occidente desamparan a Ucrania, no lo hagamos tú y yo.
Entre Trump y Biden, la vergüenza…
Desde el punto de vista de su seguridad nacional, los Estados Unidos no están en riesgo con la invasión rusa a Ucrania. Nada sucede ni sucederá en Ohio, Minnesota o Portland mientras el genocida ruso aplasta al pueblo ucraniano. Los Estados Unidos pierden sólo liderazgo mundial, que en el fondo no les interesa. Piensan que el único peligro para ellos sería una guerra nuclear, por eso tanto Trump como Biden permiten la masacre de Putin. Ambos son el declive de la nación más poderosa del mundo.
Lo que no ven ni Trump ni Biden es que la guerra la perdieron antes. Putin se burló de ambos y lo sigue haciendo. Si Alemania, Francia o Inglaterra no actúan, Europa culminará destrozada.
La mejor defensa es el ataque.
El repudio irrespirable
Como todo criminal, Putin (igual que Hitler o Milosevic) intenta reducir la gravedad de su genocidio argumentando que Ucrania no existe, que es una “invención soviética”. Pues resulta que la “invención soviética”, la nación” imaginaria” llamada Ucrania, le ha dado un carajazo de realidad al ejército ruso con honor y amor patrio. Ucrania no sólo existe, es una nación que luchará hasta el último aliento por su soberanía y su libertad. La guerra y la resistencia durarán años.
No hay manera de que Rusia y Putin soporten la presión mundial. No podrán. Si los ciudadanos del mundo nos mantenemos firmes, el repudio será irrespirable y tendrá que ceder.
El problema es Putin, no Rusia.
Neutralicémoslo…