Serbia, entre la espada y la pared por su posición sobre la invasión rusa en Ucrania

Serbia, entre la espada y la pared por su posición sobre la invasión rusa en Ucrania

EFE/EPA/ANDREJ CUKIC

 

 

 

 

Serbia es el único país de Europa -a excepción de Bielorrusia- que no se ha unido a las sanciones contra Rusia por invadir Ucrania, una posición que puede pasar factura a un Estado que aspira a entrar en la Unión Europea (UE).

La ex república yugoslava busca mantener estrechos vínculos con Rusia, que proporciona a Serbia energía, armas y apoyo geopolítico en su intención de recuperar Kosovo, que se declaró de forma unilateral independiente en 2008.

El presidente de Serbia, el conservador populista Aleksandar Vucic, admitió que su país está “en una situación difícil” y tiene “enormes presiones” para unirse a las sanciones. Belgrado pese a no sancionar a Rusia sí ha defendido la integridad territorial de Ucrania.

La mayoría de los ciudadanos serbios consideran a Rusia, un país que, como Serbia, es de mayoría cristiana ortodoxa y de origen eslavo, un amigo y protector que defiende sus intereses.

La prensa sensacionalista informa sobre la guerra con claras simpatías hacia Rusia y el presidente Vucic admitió al inicio de la invasión que el 80 % de los medios “no son objetivos y están de lado ruso pase lo que pase”.

El pasado viernes unas mil personas salieron a las calles de Belgrado para expresar su apoyo a Rusia, en una convocatoria organizada por grupos de extrema derecha que protestaban contra “los globalistas y colonizadores” de Occidente.

En Serbia todavía se mantiene vivo el recuerdo de 1999, cuando la OTAN bombardeó al país, sin el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU, para poner fin a la guerra entre las fuerzas serbias y una guerrilla separatista albanesa de Kosovo.

SERBIA, OBLIGADA A ELEGIR

En un primer momento de la invasión, Serbia defendió la integridad territorial de Ucrania y consideró “errónea” su violación, sin entrar a calificarla como agresión o invasión, pero poco después apoyó la resolución de la Asamblea General de la ONU de explícita condena de la invasión rusa.

“Ha sido una primera prueba para Serbia”, declaró a Efe Aleksandar Popov, director del Centro para el Regionalismo.

Sin embargo, consideró que “Serbia no podrá mantener ese equilibrio por mucho tiempo”.

Según el analista, una eventual presión sobre Serbia para que se sume a las sanciones contra Rusia “sería un paso crucial para que decida si permanece en la vía europea o queda como rehén de Rusia y de la política agresiva rusa”.

“Creo que las presiones para que imponga las sanciones serán cada vez más intensas, y Vucic estará acorralado y verá que sentarse entre dos sillas no es tan cómodo porque ambas pueden hacerte caer”, señaló.

RUSIA, KOSOVO

Rusia, con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, ha sido el mayor apoyo a Serbia en los organismos internacionales en su postura de no reconocer la independencia de Kosovo.

Ahora su protector ha reconocido la independencia de las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk, lo que debilita las reclamaciones de Serbia sobre Kosovo.

“Con ello ha debilitado la posición de Serbia respecto a Kosovo”, señala Popov.

Si se suma a las sanciones contra Rusia, Belgrado deberá crear una nueva política para Kosovo junto con Occidente, que en su gran mayoría reconoce la independencia de la antigua provincia serbia.

“Se le reduce a Serbia el espacio de maniobra”, resume el experto.

AFECTO POR RUSIA

En Serbia hay un gran afecto por Rusia como compensación por el bombardeo de la OTAN en 1999, visto como una injusticia aunque puso fin a la represión del entonces régimen autoritario contra los albaneses en Kosovo.

La narrativa en los medios en Serbia sobre Rusia como hermano y protector se ha creado durante años, y unos sondeos muestran que el 83 % de ciudadanos consideran a ese país como amigo, en su mayoría jóvenes de menos de 30 años y mayores de 60.

“Eso es una circunstancia agravante cuando se trata de que Serbia introduzca sanciones a Rusia”, explica Popov.

LA ECONOMIA

Un deterioro de las relaciones con la UE repercutiría con fuerza en la economía de Serbia, que perdería el acceso a considerables fondos destinados a países candidatos.

También, más del 60 % del intercambio comercial del país balcánico es con la UE y las inversiones directas europeas en el mercado serbio alcanzan el 68 %.

Por otro lado, la economía serbia depende casi en su totalidad del gas ruso, que, además, recibe en parte por un precio privilegiado que perdería en caso de sumarse a las sanciones contra Rusia. La compañía rusa Gazprom es propietaria del 51 % de la petrolera serbia NIS.

EFE

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