Una mujer británica asegura no haber comido frutas o verduras en casi 22 años y que desde entonces su dieta se ha basado solo en nuggets de pollo, papas fritas y más papas fritas. Lo más llamativo es que aseguró estar completamente sana.
Por: Clarín
Summer Monro, de 25 años, sufre de trastorno restrictivo de la ingesta de alimentos por evitación (ARFID) y la idea de comer una manzana o un plátano es suficiente para provocarle arcadas.
“No puedo recordar la última vez que comí una fruta o verdura”, dijo Monro a South West News Service. “Diría que fue cuando tenía unos 3 años”, agregó.
“Traté de comer un poco de manzana, pero físicamente no puedo. No es que no quiera intentarlo. Simplemente me hace sentir enferma, y ??hay una parte de mi cerebro que no me deja hacerlo”, contó
La fobia de Monro es tan severa que incluso rechazó la oferta de su abuelo de £1.000 (unos US$1.300) para comer un solo guisante.
“No me veo comiendo otra cosa. Me gusta el olor de la comida, pero si trato de comerla, me enferma físicamente. Tan pronto como toca mis labios, tengo que dejar de hacerlo”, afirma.
Monro dijo que se saltea el desayuno y come una bolsa de papas fritas para el almuerzo. Todas las noches, su cena consiste en seis a ocho nuggets de pollo con una guarnición de papas fritas.
Para sorpresa de todos, Monro afirma que está “absolutamente sana” y que no toma vitaminas ni suplementos. “Muchas personas dicen que están sorprendidas de que nunca me enfermé. También soy una persona muy optimista y feliz y la gente no entiende cómo tengo tanta energía. No me afecta físicamente. No me siento pesada ni nada y me he hecho análisis de sangre, pero están todos bien”.
Los médicos se han quedado desconcertados por el hecho de que Monro tiene un peso regular y dicen que está “bien” porque está obteniendo “proteínas del pollo” en los nuggets.
Monro cree que su trastorno alimentario fue provocado por el hecho de que la obligaron a comer puré de papas en contra de su voluntad cuando tenía 3 años. Ha estado en terapia e hipnoterapia en un intento por vencer el trastorno, pero nada ha funcionado.
Hasta que los médicos le diagnosticaron que tenía ARFID, traducido al español como desorden de ingesta alimentaria evitativa o restrictiva, un trastorno de alimentación que hace que quienes lo sufren, eliminen tal cantidad de alimentos de su dieta que ponen en riesgo su salud física y desarrollo psicosocial.
“Definitivamente tiene algo que ver con la textura. Las cosas que como son crocantes, que es lo opuesto al puré de papas”, teorizó Monro, que vive en Cambridge con su pareja Dean McKnight, de 26 años, y a quien no le queda otra alternativa que cocinarse siempre un almuerzo y una cena diferente a la de su novia.
“Mi pareja lo toma muy bien. Cuando nos conocimos, no le conté sobre ARFID y estábamos caminando por la ciudad buscando un restaurante y terminé teniendo que decírselo porque seguía diciendo que no”, contó la mujer.
Sin embargo, a pesar de su acostumbramiento ya total, Monro dice que desearía poder comer más alimentos: “Estoy muy aburrida, no me emociona comer”, admitió. “Me afecta mentalmente, especialmente cuando voy a restaurantes y me siento sin nada”.