Un grupo de aficionados de ajedrez observa la apasionante partida que se juega en un banco de la ciudad ucraniana de Leópolis, una ciudad todavía relativamente a resguardo de las consecuencias de la invasión rusa.
Un peón se come a un caballo, luego hay un frenesí de movimientos y final de la partida. El jugador que pierde deja un billete en el banco e inmediatamente las piezas vuelven a ser colocadas en el vetusto tablero.
“El ajedrez es un juego muy difícil”, dice Andréi Volokitin, de 35 años y actual campeón ucraniano. “Se necesita memoria, cálculo, estrategia, una visión del conjunto”, enumera este gran maestro.
Pero sobre la invasión rusa de su país, no ve salida posible: “Temo que esto dure varios meses, quizás más, no sé”, admite. “Es la nueva realidad para todas la gente de Ucrania”.
Leópolis –en el oeste de Ucrania y a sólo 70 km de la frontera polaca– se ha librado por ahora de la violenta ofensiva rusa, iniciada el 24 de febrero.
Esta ciudad se considera como el centro cultural del país. Sus calles adoquinadas están repletas de cafés, comercios y restaurantes.
La ciudad también es conocida como la “capital del ajedrez”. La antigua Unión Soviética, que incluía a Ucrania hasta su disolución en 1991, apoyaba masivamente la práctica de este juego, cuyo dominio debía reflejar su superioridad estratégica.
– Calma relativa –
Este pasado explica la afluencia de curiosos, hombres generalmente, que asisten a las partidas entre jugadores aficionados en el principal paseo de la ciudad, pese a las frías temperaturas.
Leópolis contaba con entre 20 y 30 grandes maestros de ajedrez por sus 700.000 habitantes, según Andréi Volokitin.
Para esta comunidad de fanáticos ajedrecistas, la invasión de su país tiene consecuencias. La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) anuló los torneos previstos en Rusia y prohibió izar la bandera rusa en las competiciones internacionales. La federación ucraniana exigió que los jugadores rusos no puedan participar en ellas.
Volokitin firmó una carta abierta de ajedrecistas que rechazaban enfrentarse a contrincantes rusos, como en el campeonato europeo individual previsto la próxima semana en Eslovenia.
Él recibió una exención para ir, pese a que ningún hombre ucraniano de 18 a 60 años, apto para el combate, puede salir del país. Su mujer y su hija están refugiadas en Polonia.
La calma relativa que reina en Leópolis desde el inicio de la ofensiva hace tres semanas se rompió el viernes, con el bombardeo ruso de una fábrica de reparación de aviones cercana al aeropuerto. No hubo víctimas.
– “Un juego difícil” –
En el paseo central, los aficionados ajedrecistas comentan la situación del país. Oleh Chernobayev, de 52 años, acepta humildemente su derrota, en menos de 10 minutos, ante Andréi Volokitin. Se muestra, en cambio, más optimista sobre las posibilidades de Ucrania ante Rusia en este conflicto.
“Vamos a ganar, sin ninguna duda. Nuestro pueblo es valiente, gente sin armas paran tanques”, asegura. Según él, el ejército ruso “no puede tomar Kiev”. “Nuestros hombres son muy valientes”, dice.
Cerca de él, Oleksander cree que se trata de “un juego difícil, un juego de espíritu”.
“Tenemos que luchar por Ucrania de la misma manera que luchamos en el ajedrez”, dice.
AFP