Es la ley de la selva, los ejemplares de mayor volumen, los de más de 50 kilos de peso, devoran a los pequeños, a los que a duras penas sobrepasan los 20. La falta de pienso los enloquece, acostumbrados por genética a engullir todo lo que tienen alrededor. Así que arremeten contra todo, incluido los cerdos con los que conviven: “No tienen nada que llevarse a la boca, así que como no hay otra cosa, los matan y se los comen”. Quien lo lamenta es el ganadero Manuel Ortiz, de 43 años, con más de 20 en el sector y que nunca vio algo parecido, auténticos episodios de canibalismo que se han sucedido en su granja de Valencia de las Torres (Badajoz) en la última semana, desde que comenzó la huelga de transportes.
Por: El Mundo
Desde entonces, ha sufrido la pérdida de unas 40 cabezas: “Tienen un apetito insaciable, no se sacian jamás, sobre todo el ibérico, que viene de campo abierto y está acostumbrado a comer de todo, lo lleva en los genes, se pasa el día comiendo”, describe. Así que cuando vio lo que estaba pasando, se ha visto obligado a separarlos en corrales distintos, dividiéndolos por peso aproximado y agresividad, para evitar una mayor sangría, aunque la falta de pienso no les asegura una supervivencia mucho mayor en las próximas fechas: “Si con 5 o 6 kg al día que le echaba de pienso no se saciaban antes, imagínate ahora…”, lamenta.
La explotación cuenta unos 1.800 cerdos ibéricos de reproducción. “Tenemos varios proveedores, pero sobre todo trabajamos con De Heus, con fábrica en Mérida, y las dificultades para servirnos han sido tremendas”, asegura Ortiz, que demanda cada semana unas 60 toneladas para sus animales, “aunque ahora están a precio de oro”. Así, calcula que desde octubre de 2020, los precios de han subido un 40%; cada tonelada les cuesta ya unos 550 euros: “No hay cantidad pero tampoco la variedad de piensos que necesitamos”, por lo que se han visto obligado a “racionar” las cantidades: “Te traen lo que van pudiendo y, encima, deberíamos de darles una medalla porque llegan a transportarlo en furgonetas” para pasar inadvertidos y no sufrir a los piquetes, afirma.
A todo ello, se une el hecho de aquellos cerdos que, por peso y edad, deberían de haber sido ya sacrificados para la matanza, pero no han podido ser transportados al matadero: 150 el pasado miércoles y otra partida similar la próxima, “así que me voy a encontrar con 300 cabezas no previstas y a las que hay que seguir alimentado cada jornada”.
La dramática situación la confirma María Tapia López (53 años), socia de Asaja, desde la finca Santa Cruz, de 500 hectáreas, cerca de Talavera de la Reina (Toledo), otra ganadera con 2.250 guarros de porcino blanco y 200 vacas, con un sistema de producción ecológica, integradas en Inga Food. Por el momento, no está afectada en estos episodios carnívoros, aunque sí por la escasez de pienso: “Los cerdos son muy agresivos, omnívoros, se alimentan de todo, y el hambre les lleva a la desesperación total”. Además, asegura que “lo estamos pasando muy mal, porque en los cebaderos ya no va quedando pienso y los animales están sufriendo episodios de estrés”. Para María, “las partes se deberían sentar a dialogar y, mientras tanto, escoltar los camiones con servicios básicos, como es el cereal”.
Lea artículo completo AQUÍ