¿Cómo se arregla un país sometido a más de 20 años de abandono, anarquía, odio, división, corrupción y violencia?. ¿Acaso creen que con bodegones, restaurantes y dólares de dudosa procedencia, se puede arreglar tamaño desastre? Pues la respuesta es un rotundo no y el único interesado en hacer creer esa tesis de mejoría, es el régimen de Nicolás Maduro.
Pero es que ni viviendo en la más mágica y enceguecedora burbuja de irrealidad, ningún venezolano sensato, inteligente y honesto, se atrevería a hacer tal afirmación.
¿Se puede hablar de “mejoría” en un país con más apagones, más inflación, donde es un suplicio abastecerse de gasolina, con hospitales desabastecidos y desmantelados, un país en el cual nuestros abuelos no reciben en sus pensiones ni 9% de lo que necesitan para cubrir la cesta básica, donde lanzan granadas para extorsionar y sembrar el caos y del cual sus ciudadanos se arriesgan a perder la vida para huir de él?, ¿eso es mejoría?
Hablar de mejoría, definitivamente es prestarse a la narrativa de un régimen que se ha enriquecido a costa del hambre y la necesidad de sus ciudadanos.
Francamente no luché durante tantos años por la democracia, ni me dediqué a denunciar a los corruptos y a los jerarcas de la dictadura que nos tiene oprimida, lucha que me costó un exilio forzoso de seis años, para terminar diciendo que todo ese sacrificio era para tener algo de gasolina, un par de bodegones y ciudades burbujas por doquier. Además de representar una total injusticia para quienes han arriesgado todo en esta lucha por la democracia, exponiéndose a la cárcel, al exilio y hasta la muerte.
Una cosa es querer ser optimista y mantener las esperanzas para que nuestro país mejore, y otra muy distinta es pretender negar la realidad, la crisis y el caos del día a día de los venezolanos.
Pregunten a cualquier tachirense a ver si su país se arregló cada vez que se le va la luz, o cuando tiene que pasar varios días en cola para surtirse de gasolina, o madrugar con su bombona de gas a ver si pueden abastecerse, o pregúntenle a cualquier maracucho, cada vez que pasa seis extenuantes horas sin electricidad, o al ver sus electrodomésticos colapsar con las alarmantes fluctuaciones, o cuando amanecen con granadas en sus comercios. Pregunten a los margariteños cuando pasan más de un mes sin agua, o cuando tienen que acudir a un hospital y tienen que llevar todos los suministros. Misma realidad crítica se reproduce a lo largo y ancho de todo el territorio venezolano.
Hagan la misma pregunta a las esposas, a las madres, padres, hijos y hermanos de los presos políticos que permanecen en las mazmorras de la dictadura,
Lo que sí debemos estar claros es que, quien ha generado toda esta crisis humanitaria, todo este caos y ha llevado a Venezuela al foso, es el mismo y el más interesado en generar una matriz de opinión que apunte a esa supuesta mejoría.
Pero la gran verdad es que por muchos bodegones, grandes restaurantes y tiendas que abran, si no se producen cambios reales y profundos desde todo ámbito, político, social y económico, acá no va a mejorar nada.
Mejorará cuando avancemos con pasos concretos, claros e irreversibles hacia la democratización de Venezuela; que se avance hacia unas elecciones libres, justas y verificables; cuando pongamos fin a este régimen oprobioso, logremos la liberación de los presos políticos; y se establezcan garantías para la restitución de los derechos humanos y la justicia para todas las víctimas. Ese día, sí podremos decir que Venezuela mejorará. Los que sostienen que el país se arregló, están viviendo en un espejismo o le están siguiendo el juego al régimen.
@LesterToledo