Lo descubrieron científicos de los Estados Unidos al investigar ratones obesos que recibían un fármaco para dermatitis atópica. Qué implica el hallazgo.
Por infobae.com
La obesidad es una enfermedad compleja. No es solo un problema estético por tener una cantidad en exceso de grasa corporal. Es también un problema médico integral porque aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, diabetes, presión arterial alta y determinados tipos de cáncer. Además, la obesidad reconfigura el sistema inmunitario.
Ahora, un nuevo estudio realizado en los Estados Unidos sugiere que los efectos de la obesidad pueden ser tan profundos que hasta puede hacer que un medicamento destinado a tratar una enfermedad inflamatoria común se convierta en un fármaco que empeore las cosas.
Se observó que cuando los ratones con dermatitis atópica, que es un tipo común de inflamación alérgica de la piel, son tratados con fármacos dirigidos al sistema inmunitario, su piel engrosada e irritada suele curarse rápidamente. Pero si el mismo tratamiento se aplica en ratones obesos, la piel empeora. Esto se debe a que la obesidad modifica las bases moleculares de la inflamación alérgica, tanto en ratones como en los seres humanos.
El nuevo estudio es una colaboración entre los investigadores de los Institutos Gladstone, el Instituto Salk de Estudios Biológicos y la Universidad de California en San Francisco (UCSF). Sus resultados, publicados en la revista Nature, arrojan luz sobre cómo la obesidad puede modificar el sistema inmunitario y, potencialmente, sobre cómo los médicos podrían tratar mejor las alergias y el asma en las personas con obesidad.
“Vivimos en una época en la que la tasa de obesidad está aumentando en todo el mundo”, afirmó el doctor Alex Marson, director del Instituto de Inmunología Genómica Gladstone-UCSF y autor principal del estudio. “Los cambios en la alimentación y la composición corporal pueden afectar al sistema inmunitario, por lo que tenemos que pensar en cómo las enfermedades que implican al sistema inmunitario podrían diferir entre los individuos”, dijo.
América es el continente con la prevalencia más alta de sobrepeso y obesidad según la Organización Mundial de la Salud, con 62,5% de los adultos con sobrepeso u obesidad (64.1% de los hombres y 60.9% de las mujeres). Si se examina únicamente la obesidad, se estima que afecta a un 28% de la población adulta (un 26% de los hombres y un 31% de las mujeres).
La epidemia no es ajena a los niños y adolescentes. En el grupo de 5 a 19 años, el 33,6% de los niños, niñas y adolescentes están afectados por sobrepeso u obesidad, y el 7,3% de los niños y niñas menores de cinco años, de acuerdo con las últimas estimaciones de UNICEF, la OMS y el Banco Mundial.
Con respecto al nuevo estudio, el doctor Ronald Evans, autor principal del estudio, y director del Laboratorio de Expresión Génica de Salk y de la Cátedra March of Dimes de Biología Molecular y del Desarrollo en Salk, señaló: “Nuestros hallazgos demuestran cómo las diferencias en nuestros estados metabólicos individuales pueden tener un gran impacto en la inflamación, y cómo los medicamentos disponibles podrían ser capaces de mejorar los resultados de salud”.
Antes, un estudio reciente había estimado que cerca de la mitad de los adultos de Estados Unidos serán clasificados como obesos para el año 2030. Los investigadores también saben que la obesidad, a veces clasificada como un estado inflamatorio crónico, altera el sistema inmunitario de múltiples maneras.
Durante sus estudios de posgrado en Salk y su posterior investigación en el laboratorio de Marson, el doctor Sagar Bapat -actualmente patólogo y profesor de la UCSF- quería saber, a nivel molecular, cómo afectaba la obesidad a la dermatitis atópica. Descubrió que cuando los ratones se convertían en obesos mediante una dieta rica en grasas antes de la inducción de la dermatitis, desarrollaban una enfermedad más grave que los animales delgados. Para entender por qué, él y sus colegas analizaron las células inmunitarias y las moléculas que estaban activas en cada grupo de ratones.
“Lo que esperábamos ver en los ratones obesos era simplemente un mayor grado del mismo tipo de inflamación”, dijo Bapat. Pero eso no ocurrió. “Vimos un tipo de inflamación completamente diferente”, remarcó.
Los linfocitos T auxiliares del organismo, que ayudan a proteger contra las infecciones pero también se vuelven hiperactivos en las enfermedades autoinmunes o las alergias, pueden agruparse en tres clases: son las células TH1, TH2 y TH17. Los científicos habían considerado que la dermatitis atópica era una enfermedad TH2. Esto significa que las células TH2 son las que causan la inflamación de la piel.
En ratones delgados con dermatitis atópica, Bapat y sus colegas comprobaron que las células TH2 sí estaban activas. Sin embargo, en los ratones obesos con la misma afección, las células TH17 estaban activadas. A nivel molecular, esa diferencia significaba que la dermatitis atópica era completamente diferente en los ratones obesos, y se planteaba la cuestión de si los fármacos que funcionan en los animales delgados serían también eficaces en los animales obesos.
En los últimos años, los científicos han desarrollado fármacos destinados a tratar la dermatitis atópica amortiguando la respuesta de las células TH2. Cuando Bapat y sus colegas trataron a ratones obesos con uno de estos fármacos, no sólo no alivió su dermatitis atópica, sino que empeoró significativamente la enfermedad.
“El tratamiento se convirtió en un sólido anti tratamiento”, contó Bapat. “Esto sugiere que puede haber gemelos idénticos que acudan al hospital con la misma enfermedad, pero si uno es obeso y otro delgado, quizá el mismo fármaco no funcione en ambos”, agregó.
Los investigadores sospechaban que la disfunción de una proteína llamada PPAR-gamma podría estar mediando en la relación entre la obesidad y la inflamación. En 1995, Evans y su equipo descubrieron que la PPAR-gamma era un regulador maestro de las células grasas y un objetivo de un fármaco aprobado para la diabetes.
Cuando los científicos trataron a ratones obesos con dermatitis atópica con uno de estos fármacos activadores de PPAR-gama, llamado rosiglitazona, la piel de los animales mejoró y el perfil molecular de su enfermedad volvió a cambiar de la inflamación TH17 a la TH2.
Además, los fármacos dirigidos a la inflamación TH2 fueron entonces, casi como en los ratones delgados, capaces de mejorar la dermatitis atópica de los animales obesos. “Esencialmente, “desengordamos” inmunológicamente a los ratones obesos sin cambiar su peso corporal”, dice Bapat.
El equipo también analizó los datos de pacientes humanos con enfermedades alérgicas, incluidos 59 pacientes con dermatitis atópica, así como cientos de personas con asma (otra afección que implica de forma similar una reacción del sistema inmunitario) inscritas en un gran estudio longitudinal existente. Descubrieron que las personas obesas eran más propensas a presentar indicios de inflamación TH17 o a disminuir los signos de la esperada inflamación TH2.
Aunque se necesitan más estudios en personas, los datos apuntan a que, tanto en humanos como en ratones, la obesidad provoca un cambio en la inflamación que tiene consecuencias en la patología de la enfermedad alérgica y en la eficacia de las terapias inmunológicas que se dirigen a la inflamación asociada a TH2.
“Lo que nos gustaría saber más ahora es cómo se produce exactamente el cambio de células T”, admitió el autor principal Ye Zheng, profesor asociado en el Centro NOMIS de Inmunobiología y Patogénesis Microbiana en Salk. “Aquí hay más detalles por descubrir que podrían tener relevancia para una serie de enfermedades relacionadas con la alergia y el asma”, afirmó.
Sin embargo, el nuevo estudio ya apunta a la utilidad de combinar la terapia dirigida a la inflamación TH2 con un fármaco PPAR-gamma como la rosiglitazona para tratar a pacientes obesos con dermatitis atópica.
“Este es un caso en el que nuestro descubrimiento científico podría tener una aplicación muy segura y rápida a la terapia en personas”, comentó Evans. “Nuestros hallazgos preclínicos sugieren que estos fármacos, ya aprobados por la FDA, podrían tener un beneficio único de co-tratamiento en ciertos pacientes”, subrayó.
Consultada por Infobae, la médica nutricionista universitaria y docente Rosa Labanca, de la Sociedad Argentina de Obesidad, comentó: “Las personas con obesidad tienen un cambio en la inmunidad y esto hace que tengan reacciones exageradas frente a situaciones triviales. Es una afección con fuerte impacto proinflamatorio: exagera síntomas y promueve pérdida de calidad de vida y aumento de las intervenciones médicas. Por ejemplo, reacciones alérgicas en la piel, artrosis o problemas intestinales. Hay como una desregulación inmune y esto exacerba los síntomas alérgicos en este caso que se observan en el estudio”.