En torno a nueve millones de surdudaneses necesitarán asistencia este año, lo que supone la peor crisis humanitaria en el país desde que proclamó su independencia en 2011, alertó hoy la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
“El Gobierno no tiene capacidad para satisfacer las necesidades de la gente, más de ocho millones de personas se encuentran en situación de crisis alimentaria y más de cinco millones necesitan protección y acceso a servicios sanitarios”, dijo en rueda de prensa la coordinadora de asuntos humanitarios para el país, Sara Beysolow.
La coordinadora destacó que la falta de fondos en materia de salud y los problemas de acceso al agua han provocado la aparición de brotes de enfermedades como el cólera, y añadió que el hecho de que las mujeres no puedan acceder a baños privados las expone a un riesgo alto de violación cuando se dirigen a las letrinas públicas.
Esta situación, unida a varios episodios de sequías e inundaciones devastadoras para la población durante el pasado año, ha provocado el desplazamiento forzado de dos millones de personas.
Es una tormenta perfecta que está asfixiando aún más a un Estado incapaz de abastecer siquiera los servicios sociales más básicos. A todos estos problemas se le añaden los conflictos internos del país que dificultan la entrada de ayuda humanitaria.
“Debido a que en los últimos meses se ha visto incrementado el número de ataques a trabajadores humanitarios, es crucial garantizar su protección, no pueden morir personas por ayudar a salvar la vida de otras”, señaló Beysolow.
La coordinadora cifró en 1.700 millones de dólares los fondos necesarios para alcanzar a 6,8 millones de surdaneses en situación de riesgo, de los cuales el 24 % son mujeres y el 53 % niños.
“La inversión es fundamental para garantizar el derecho a soñar con un futuro de la población surdanesa, pero no se puede quedar ahí, es necesario invertir en desarrollo, resiliencia y entregarles herramientas que les permitan abastecerse de manera autónoma”, remarcó Beysolow.
EFE