Melania Davidenko había calentado el primer te de la mañana cuando escuchó disparos. Después de seis semanas entre explosiones apenas les dio importancia, hasta que escuchó el grito de una voz familiar. «Era la esposa de Oleg Klimtsov y gritaba ‘¡mi marido está fuera, mi marido está fuera!’, salí lo antes que pude y me encontré con dos cuerpos tirados junto al garaje». Era el 28 de marzo, faltaban apenas 24 horas para el repliegue ruso y la unidad que ocupaba este barrio de Sklozavodska, a las puertas de una vieja factoría de crista de la época de la URSS, estaba «especialmente violenta y disparaban a la mínima», recuerda Melania, quien asegura que volvió a nacer cuando vio salir el último tanque.
Por ABC
«Los últimos días fueron los peores, disparaban como locos», insiste Melania.
Desde la casa al garaje hay apenas unos metros y allí encontraron los cuerpos de Oleg y de su amigo Vasil Chekan. Los enterraron de manera temporal en la parte trasera del barrio, junto a la vía del tren, con dos grandes piedras como únicos distintivos.
Oleg tenía 56 años, estaba jubilado y se encargaba del cuidado de perros y gatos de la zona. En su ausencia, las mascotas merodean por el viejo bloque de la etapa de Nikita Kruschev a la espera de que aparezca aquella persona que se ocupaba de ellos. «Los rusos establecieron aquí una de sus posiciones, tenían tanques y los oficiales ocupaban los pisos más cercanos. Lo primero que hicieron al llegar fue saquear la tienda de alcohol y el supermercado, por este orden. Estaban furiosos porque habían sufrido una emboscada en una calle próxima y perdieron muchos hombres y tanques, por eso nos gritaron por altavoces que nadie podía salir de casa, ni acercarse a las ventanas, no querían vernos», cuenta Melania, que solo rompió la orden cuando salió a por el cuerpo de Oleg y no se atrevía ni a regar las plantas.
Fosa común
Esta localidad, que tenía 30.000 habitantes antes de la guerra, despierta a una pesadilla de seis semanas de ocupación enemiga. Las imágenes que han conmovido al mundo, con decenas de cadáveres tirados en las aceras, se tomaron en la vecina calle Yablunska. En este barrio, al estar menos expuesto que la vía principal, los vecinos pudieron encontrar la forman de enterrar a los suyos de forma temporal.
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