Justo antes de dejar Nueva York, Steven Straub se hizo tatuar la bandera ucraniana enmarcada con el mensaje FREE UKRAINE en el brazo izquierdo. El estadounidense, veterano de la guerra de Vietnam, quiere ahora combatir en Odesa contra los rusos.
Llegó a Leópolis (Lviv), en el oeste de Ucrania, el 11 de marzo y ya se encuentra en Kiev desde hace algunos días.
Reclutado como voluntario en la guardia nacional ucraniana, este hombre de 73 años ha sido sometido desde entonces a un duro entrenamiento.
El martes fue su día de descanso y lo aprovechó para visitar con una decena de soldados ucranianos varios pueblos del noroeste de Kiev, de donde se retiraron los rusos, dejando vehículos calcinados, algún puente destruido.
En cada parada, Steven Straub, con chaleco antibalas y portando una gorra con la inscripción “VETERAN VIETNAM”, se deja explicar lo ocurrido.
“Es muy diferente de Vietnam”, dice. El hombre pasó 14 meses en Vietnam, en 1968 y 1969, en especial durante la ofensiva del Tet. Era sargento en la infantería mecanizada.
“Estaba en la jungla. No vi ninguna ciudad, ningún edificio, solo había árboles, gran vegetación, nosotros acompañábamos a los convoyes” relata. Tras una carrera de agente técnico en una escuela de Nueva York, vive ahora en Florida (sudeste de Estados Unidos).
“Lo que me sorprende aquí es la moral, todo el mundo tiene una moral muy alta, es increíble, es muy diferente a Vietnam. Ahí la gente quería ganar dinero. Aquí (…) quieren proteger su libertad, proteger su país”, prosigue, lleno de admiración.
En cada parada, acepta hacerse fotos que le piden los soldados ucranianos.
Al borde de una carretera, ante dos tanques rusos totalmente calcinados, el veterano parece impresionado. “Estos son Javelin [misiles antitanque estadounidenses]. Hacen falta más, [los ucranianos] aprecian toda la ayuda que Estados Unidos da, pero necesitan más armas”.
– “Excelente soldado” –
En un pequeño pueblo, el convoy se detiene y reparte pan, latas de conserva y juguetes o bombones para los niños.
Steve saca de su bolsillo algunos billetes de 500 grivnas (15 euros, 16,5 dólares), que tres ancianas reciben con grandes sonrisas.
Preguntado sobre su entrenamiento en la guardia nacional, el veterano estadounidense bromea: “Es duro, tengo 73 años”.
“Es un excelente soldado (…) Estoy satisfecho de él” asegura ‘Ferrari’, un responsable de la guardia nacional del sector, que lo guía en la visita.
“Es su segunda guerra. Estuvo en Vietnam. No le gustaban los comunistas y ha venido aquí para hacerles pagar algunas cuentas pendientes” asegura el militar.
Steven tendrá pronto derecho a portar un arma. ¿Y luego? “Estoy dispuesto a combatir, por eso he venido aquí. Quiero ir a Odesa”, la gran ciudad portuaria del sur de Ucrania.
Nueva parada cerca de un furgoneta y de un auto Lada acribillados de impactos de bala, al borde un bosque de pinos cerca de un campamento abandonado por los rusos.
Los ocupantes de los vehículos, dos civiles, resultaron muertos. Aún son visibles restos de sangre en una puerta y en un asiento.
Steven se emociona. En el Lada, ha encontrado un libro para niños. Se aisla unos minutos. “Es terrible” murmura el voluntario, padre de dos enfermeras y de una profesora.
Algunos momentos después, se pone a deambular con los soldados ucranianos por el inmenso campamento, improvisado y abandonado por los rusos.
Una media hora mas tarde, el norteamericano ha recuperado la sonrisa. Recoge la chapka de un soldado ruso, dejada cerca de un refugio. La coloca sobre su gorro.
“A lo mejor es la de un general ruso” dice, con una gran sonrisa.
AFP