El pasado 9 de abril se conocía una de las noticias más tristes en la escena royal mundial. El duque de Edimburgo, marido de la Reina Isabel, fallecía apenas unos días después de recibir el alta hospitalaria tras varias semanas ingresado. No se ofrecían datos demasiado concretos sobre los motivos por los cuales el Príncipe había regresado a casa, pero algunas fuentes apuntaron entonces que su vuelta tenía mucho que ver con un deseo de estar cerca de los suyos en el momento final.
Por OK Diario
Después de rumores y continuas especulaciones en torno al estado de salud del marido de la Reina, que llevaba varios años ya alejado de los compromisos oficiales y disfrutando de una vida tranquila, en torno al mediodía del 9 de abril, fuentes oficiales confirmaban la noticia en un comunicado: “Es con gran pesar que Su Majestad la Reina anuncia la muerte de su amado marido, su Alteza Real el príncipe Felipe, duque de Edimburgo. Su Alteza Real murió pacíficamente esta mañana en el castillo de Windsor. Se harán nuevos anuncios a su debido momento”, revelaba el texto.
A sus noventa y nueve años, no era ningún secreto que el tiempo del duque de Edimburgo estaba a punto de llegar a su fin, pero nadie esperaba que falleciera apenas unos meses antes de cumplir los cien años. Una cifra por la cual se esperaba realizar importantes festejos, aunque el deseo del marido de la Reina era estar tranquilo, sin grandes fastos. De hecho, precisamente las complicadas circunstancias que rodearon a su muerte, con la pandemia todavía haciendo estragos, impidieron un funeral a gran escala, pero sí según sus planes: en la Capilla de San Jorge y con un destacable despliegue militar. Una despedida en la que se pudo ver la imagen más desoladora de la Reina. Vestida de negro, con mascarilla y cabizbaja, sentada sola en uno de los bancos de la capilla, que tantas veces compartió con su adorado Philip.
Un año después, por fin se ha podido organizar una celebración a la altura. El pasado 29 de marzo, la Abadía de Westminster concentró a personalidades destacadas de todos los ámbitos en un servicio religioso de Acción de Gracias en recuerdo al Príncipe. Una cita a la que asistieron representantes de diferentes casas reales como España, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo o Suecia y que supuso la reaparición de la Reina Isabel en público tras sus reciente problemas de movilidad. Una jornada en la que, por deseo expreso de la monarca, el príncipe Andrés fue el encargado de acompañarla.
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