El tradicional papel neutral de Austria, que no es miembro de la OTAN, en sus relaciones con Moscú y los estrechos lazos existentes entre los dos países desde 1953 ha posibilitado que el presidente Vladímir Putin aceptara la propuesta de Viena de mantener una reunión de forma presencial sobre Ucrania con el canciller austriaco, Karl Nehammer.
Por abc.es
El encuentro duró ayer algo menos de hora y media y tuvo lugar en el palacete que Putin tiene en Novo Ogariovo, en las afueras de Moscú, en cuyos sótanos se encuentra el búnker que, según los medios de comunicación rusos sostienen desde hace tiempo, sirve al máximo dirigente ruso para mantenerse aislado y a salvo del mundanal ruido.
La reunión, celebrada dos días después de que Nehammer se viese en Kiev con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y pudiese ver en primera persona el horror de Bucha, discurrió ayer, según palabras del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, «en formato cerrado, sin las fotos protocolarias habituales y sin rueda de prensa conjunta ni comunicado final a los medios».
Peskov aseguró que «así lo quiso la parte austriaca». Además, y puesto que Putin habla alemán, en las conversaciones no estuvieron presentes traductores ni consejeros de ninguna de las dos partes. Fue una entrevista de los dos a solas.
Si en el más de mes y medio de contienda Putin ha recibido personalmente solamente a Nehammer, su homólogo ucraniano lo ha hecho con multitud de jefes de Estado y de Gobierno de diferentes países como Polonia, Reino Unido, República Checa, Eslovenia, Eslovaquia, así como con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.
Una reunión sin luz y taquígrafos
Al ser preguntado sobre la razón por la cual no se permitió a los medios de comunicación cubrir adecuadamente la cita de Putin y Nehammer, Peskov dijo ayer que «han tratado la situación en torno a Ucrania. Todas las demás preguntas, tal vez, sería mejor planteárselas a la parte austriaca». Uno de esos temas, afirmó el portavoz de la Presidencia rusa, «probablemente sea la cuestión del gas y su pago en rublos, algo muy, muy relevante para Austria».
“La reunión fue «en formato cerrado, sin las fotos protocolarias habituales y sin rueda de prensa conjunta ni comunicado final a los medios». Peskov aseguró que «así lo quiso la parte austriaca»”
En Viena se asume que la misión de su canciller es de «riesgo». En particular, el periódico alemán ‘Bild’ cita a un diplomático ucraniano que se ha mostrado muy escéptico en relación con la visita a Moscú de Nehammer, señalando que «hasta qué punto está seguro el canciller austriaco creyendo en serio que tal viaje ahora tiene algún sentido» tras las atrocidades observadas.
Las relaciones entre Moscú y Viena se tambalearon con el escándalo de corrupción del ‘Ibizagate’, en mayo de 2019, provocado por un vídeo que acabó con la carrera política del vicecanciller, Heinz-Christian Strache, terminó echando abajo el Gobierno de coalición y desalojando del poder a Sebastian Kurz. Desde entonces, la buena sintonía escenificada en 2018 en la boda de la entonces ministra de Exteriores, Karin Kneissl, bailando con Putin, que acudió como invitado principal, no se ha recuperado del todo.
Crímenes de Bucha
La Cancillería austriaca emitió un comunicado en el que se limitó a informar que no había sido una «visita de amistad» y que había sido una conversación «abierta, directa y dura», de la que Nehammer salió «sin ninguna impresión optimista». Según esta fuente, Nehammer mencionó los «serios crímenes de guerra en Bucha y otras localidades» y destacó que «los responsables deben ser llevados ante la justicia».
“El canciller de Austria pidió a Putin la apertura inmediata de agua y alimentos a las ciudades asediadas, aunque sin respuesta”
El canciller de Austria pidió a Putin la apertura inmediata de agua y alimentos a las ciudades asediadas, aunque sin respuesta. Su oficina insistió en que la visita había sido consensuada tanto con Bruselas como con Ucrania, Turquía y Alemania, lo que no evitó las críticas de algunos políticos alemanes a los que respondió el ministro de Exteriores austriaco, Alexander Schallenberg: «Se trata de no dejar de aprovechar ni la más remota oportunidad de intentar solucionar este desastre humanitario, mantener los canales abiertos».
Pero a nadie escapa que la visita del jefe de Gobierno de Austria tiene connotaciones y mensajes no explícitos, una velada sugerencia de concesión a Ucrania de un estatus de neutralidad similar el del país alpino. La neutralidad de Austria fue acordada por las cuatro potencias ocupantes posteriores a la II Guerra Mundial (Unión Soviética, Estados Unidos, Reino Unido y Francia) cuando abandonaron el país en 1955. Impide al Estado austriaco entrar en alianzas militares o permitir bases militares extranjeras en su territorio. Austria, de hecho, pertenece a la UE pero no a la OTAN, «lo que no significa que no tenga una posición ante la invasión de Ucrania», subraya el Gobierno de Viena. A efectos prácticos, el gasto militar de Austria en Defensa ha sido tradicionalmente escaso y mantiene un pequeño ejército. Para entrar en la UE tuvo que adaptar la interpretación de la ley, después de que la Comisión Europea sugiriese en 1989 que no podría entrar en el club por su estatus especial. Austria participa en misiones en zonas de conflicto bajo auspicio de la ONU y la UE, como en Albania, Kosovo, Bosnia y Macedonia. Los diferentes Gobiernos austriacos han mantenido siempre la misma relación con Rusia y han hecho valer ese acuerdo. Cuando en 1968 las tropas del pacto de Varsovia intervinieron en Checoslovaquia, también planeaban seguir avanzando sobre Austria.
«Hasta el día de hoy no se ha hecho público cuándo y por qué el liderazgo soviético decidió que la Operación Danubio, nombre en clave del proyecto, no llegó hasta el río que le daba nombre», explica Gustav Gressellin, del European Council of Foreign Relations.