Rusia realizó este miércoles, en plena invasión bélica de Ucrania, un lanzamiento de prueba con el misil balístico intercontinental RS-28 Sarmat, también conocido como ‘Satán II’, que fue lanzado desde el cosmódromo de Plesetsk y alcanzó su destino a 6.000 kilómetros de distancia en el polígono de Kurá, en la península de Kamchatka. El Pentágono restó importancia al lanzamiento de este misil, calificado por el presidente ruso, Vladímir Putin, como “el más potente del mundo”, y con capacidad de llevar una carga nuclear, y aseguró que fue avisado por Moscú con antelación.
Por 20minutos
Putin subrayó que el Sarmat “es capaz de superar todos los medios modernos de defensa antimisiles“, además de poseer unas características táctico-técnicas del más alto nivel. El presidente ruso lanzaba así un mensaje a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que dispone de un sistema antimisiles de defensa, conocido como ‘escudo antimisiles’, que está diseñado para interceptar misiles balísticos, pero afortunadamente hasta el momento no se ha comprobado la capacidad real de este mecanismo.
Putin, que presentó este misil de marzo de 2018, justo antes de su reelección, advirtió a Occidente que el Sarmat tiene un “alcance prácticamente ilimitado”, por lo que el sistema antimisiles norteamericano “no tendrá nada que hacer”. Por suerte, hasta ahora no se ha comprobado la veracidad de estas afirmaciones de Putin.
Por su parte, la OTAN aprobó la implantación de este instrumento de defensa en Europa en 2010, con el impulso de la Administración de EE UU al mando de Barack Obama, con la intención de combatir la entonces creciente amenaza que suponían para Occidente Corea del Norte e Irán. Desde Washington siempre han defendido que este mecanismo se implantaba para defenderse de ataques llegados desde fuera de Europa.
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