Ledezma cuenta su escapada cual si fuera el relato de un Le Carré del Caribe. El exalcalde de Caracas sobrevivió a los gorilas del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional. Antítesis de Nicolás Maduro, verbo educado y modales refinados, defensor de la democracia, pudo escapar de la dictadura tras prepararlo por meses. Una misión planeada en secreto para sacarle de esa cárcel que era su casa…
Por: El Mundo
Ya le habían enviado a la prisión militar de Ramo Verde. Y había estado en arresto domiciliario por más de 1.000 días. Antonio José Ledezma Díaz tenía que huir porque lo siguiente podía ser la muerte. Lo encontramos en Madrid para reconstruir esos días, aquello que cuenta en su libro, La Tumba (Ed. Almuzara). Va dibujando su plan frente al ventanal de Deus ex Machina, café cuyo nombre se puede traducir como «el dios (que baja) de la máquina». Esa misma deidad que escuchó sus rezos cuando estaba en un todoterreno, oculto dentro del asiento trasero aquel día 16 del mes 11 del año 17.
De tan planificado, consideró que el error podía ser un animal que se cruzara, un niño en la ruta… y lo habían pensado todo. Hasta tenían códigos para referirse a sus aliados, tanto latinoamericanos como españoles… «A las personas claves en nuestras relaciones continuas les asignábamos un seudónimo… Felipe González era el viajero; José María Aznar, Fraga…». Ya habían definido por dónde escaparían: por la frontera colombiana. Descartaron ir por mar o por Brasil. Demasiada guerrilla, demasiados traficantes, demasiados traidores.
Debían de salir a las 8:30 de la mañana. La razón, la debilidad humana. «A esa hora estaban desayunando los policías». Y, de tanta monotonía, se habían vuelto predecibles. «Se inicia un ciclo de entrenamiento. Cronómetro en mano, se repetían, con diferentes vehículos, los simulacros de ingresos y salidas al sótano de mi edificio, con la idea de calcular cuántos minutos tardaría en entrar y salir ese vehículo a una velocidad que no pasara de 20 km por hora. Tenía que ser muy despacio para evitar cualquier accidente, como golpear una de las dos rejas que se abren lentamente…». Cualquier escenario fue previsto.
Puedes leer la nota completa en El Mundo