La calidad y la cantidad del descanso diario es fundamental para mantener una buena salud. Por eso es muy importante dedicar las horas necesarias y cumplir con una serie de requisitos de lo que llamamos higiene del sueño.
Pero, por desgracia, en ocasiones no basta con eso. A veces, más que el ruido o la luz de las pantallas, lo que nos impide dormir bien son las preocupaciones y los pensamientos negativos que albergamos y que salen a la superficie en el silencio de las horas nocturnas.
Un entrenamiento cerebral
La manera más adecuada de gestionar estos pensamientos y esta angustia, lógicamente, depende de su origen y su naturaleza. En situaciones vitales muy graves, en las que el estresor sean factores externos como la precariedad económica, problemas laborales o personales, etc. es posible que no podamos librarnos de la ansiedad si no es con un cambio en esa circunstancia. En otros casos, pueden deberse a trastornos psiquiátricos que necesiten el tratamiento adecuado.
No obstante, fuera de estos supuestos, sí existen algunos trucos que pueden ayudarnos a gestionar los pensamientos negativos para evitar que nos quiten el sueño. Un ejemplo es el que describe la terapeuta ocupacional Catalina Hoffmann en su libro Neurofitness.
Tal y como explica la experta, lo que debemos hacer es tomar un cuaderno de hojas blancas y un boli (siempre del mismo color) y dejarlos a mano, por ejemplo en nuestra mesilla. Justo antes de ir a dormir, los tomaremos y anotaremos lo mejor y lo peor del día, pasaremos la página y cerraremos el cuaderno.