La ausencia de justicia es la consecuencia de la situación estructural de impunidad reinante en el país. El TSJ es un asesino de la justicia. La realidad de la usurpación es un mentís verificado en un falso presidente, una Asamblea Nacional espuria y una componenda antinatura de TSJ designado al margen de la Constitución. Es más que evidente la falta de voluntad y capacidad del régimen para impartirla.
Sin Estado de Derecho ni justicia imparcial, el régimen forajido confiesa que no quiere investigar crímenes de lesa humanidad de la competencia de la Corte Penal Internacional, dejando impune a los altos responsables. Un simulacro de justica no puede tapar la verdadera naturaleza de una corporación criminal confeccionada para la tortura con descargas eléctricas, la persecución de la disidencia y la negación de la realidad mediante la hegemonía comunicacional que impide la circulación de la libre información y el acceso a la verdad de las grandes mayorías.
Son una maquinaria de la mentira y la crueldad sin límites. No tienen capacidad, voluntad ni estándares para investigar los casos atroces. La falta de renovación del TSJ lo declara abiertamente protagonista y cómplice de los crímenes de lesa humanidad y lo categoriza como asesino de la justicia. Esta pirueta de simulación de justicia acometida por las mafias no convenció a nadie y ratificó ser la crónica de otra manipulación descarada para imponer el apéndice instrumental del régimen.
Nos quieren vender un país normalizado y hacernos olvidar de la verdadera normalidad que alguna vez conocimos. Esta farsa de reinstitucionalización del Podre Judicial es otro menoscabo de los derechos de los ciudadanos. Metieron delincuencialmente a dos generales de división, uno de ellos con el antecedente de juzgar a jóvenes civiles que participaron en protestas pacíficas como si fueran militares. El TSJ no es un Tribunal, ni una Corte, ni tiene magistrados y carece de justicia, es simplemente una categoría nominal sin ninguna significación. Llevamos 23 años sin independencia judicial y sin la motivación principal de la justicia que es la búsqueda de la verdad. Estamos ante una cruda y cruel realidad del sometimiento a una corporación criminal.
La lucha que estamos dando corresponde a un momento oscuro y difícil. El tema es moral. La dignidad no es un mero intangible, es un alimento del alma, imprescindible para vivir en libertad. No es poca cosa luchar para convertirte en dueño de tu destino. Es el momento de afinar nuestras conciencias en la verdad para superar dos décadas de oscurantismo.
No abandonaremos la lucha. Seguimos en la cancha por Juan Pablo Pernalete, Génesis Carmona, Oscar Pérez y demás compañeros mártires que ofrendaron sus vidas por alcanzar la libertad. Reivindicaremos sus nombres con verdadera justicia. Los criminales terminarán saliendo. Persistiremos en aglutinar aprendizaje, fuerza y entusiasmo para contar con una nueva dirección política que esté a la altura de las graves exigencias de esta hora infausta.
¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!