El día que Rusia invadió Ucrania, el presidente Vladímir Putin convocó en el Kremlin a los empresarios más ricos del país.
Por Peter Whoriskey / The Washington Post
Traducción del inglés al castellano por Infobae
La invasión era una “medida necesaria”, explicó Putin al grupo, de acuerdo con varias agencias de noticias. “Todos entendemos el mundo en el que vivimos”, dijo, aludiendo a las sanciones económicas a las que probablemente se enfrentarían por parte de Estados Unidos y la Unión Europea.
Los invitados son considerados literalmente como pilares de la economía rusa. Catorce de ellos están clasificados como multimillonarios. Sus empresas representan a las industrias clave del país: petróleo, gas, banca y productos químicos. Algunos han sido cercanos a Putin desde hace más de dos décadas.
Sin embargo, a pesar de sus vínculos con Putin, y de su posición en Rusia, muchos de ellos han estado trasladando su riqueza fuera del país desde hace varios años, según muestran varios documentos. De los 37 asistentes, más de la mitad están vinculados directamente, o a través de un pariente cercano, a empresas offshore que gestionaron transacciones por valor de cientos de millones de dólares, inversiones financieras, préstamos y fideicomisos familiares, según un recuento del Washington Post basado en documentos secretos de los Pandora Papers y Paradise Papers.
Al menos 21 de los participantes en la reunión del Kremlin, o sus familiares cercanos, tenían vínculos financieros en las Islas Vírgenes Británicas, Chipre u otras jurisdicciones insulares conocidas por su secrecía financiera y sus ventajas fiscales, según los documentos que fueron facilitados al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y compartidos con The Post. Los registros utilizados en este recuento abarcan desde 2007 hasta 2018.
La prevalencia de estos vínculos con paraísos fiscales refleja hasta qué punto los hombres de negocios de la cúspide rusa han transferido su riqueza fuera del país y han llegado a acuerdos secretos que dificultan el seguimiento de las transacciones. El uso de empresas offshore puede proteger las fortunas personales de los espías, de las autoridades fiscales, de los magnates rivales y hasta de los depredadores financieros dentro del propio Estado ruso.
Aunque se crearon hace años para otros fines, las empresas offshore también pueden frustrar las recientes sanciones económicas adoptadas por Occidente para castigar a los aliados de Putin. Todos los empresarios que asistieron a la reunión del Kremlin, excepto dos, han sido objeto de esas medidas impuestas por Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea.
Putin ha hecho campaña pública desde hace años contra la “offshorización”, y también ha vinculado el uso de empresas offshore a la evasión fiscal y el blanqueo de dinero. Sin embargo, es posible que al mismo tiempo haya consentido discretamente esta práctica e incluso se haya enriquecido con ella, afirmaron algunos expertos en economía rusa.
“Putin permite a su círculo cercano aprovechar los recursos financieros de las empresas estatales y del propio Estado”, dijo Julia Friedlander, ex analista de la CIA y asesora principal de política en la Oficina de Terrorismo e Inteligencia Financiera del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. “El dinero suele acabar en paraísos fiscales”.
Haciendo un cálculo general, hasta 1 billón de dólares de riqueza rusa están guardados en empresas extranjeras, según estudios económicos, lo que representa una parte importante de la economía del país. Según algunas estimaciones, hay tanta riqueza en manos de rusos ricos que se encuentran en el extranjero, como la que acumula casi toda la población rusa al interior del país.
Entre los asistentes, cuyas empresas aparecen en los Pandora Papers, se encuentra, por ejemplo, Vagit Alekperov, ex presidente de Lukoil, una empresa energética con más de 230 gasolineras en Estados Unidos. Alekperov, que renunció a la empresa el mes pasado, luego de que se le impusieran sanciones británicas, era propietario de varias empresas en paraísos fiscales, las cuales realizaron inversiones y préstamos por valores de cientos de millones de dólares, según los documentos. Una empresa de las Islas Vírgenes Británicas, Topaz Opportunities Ltd., invirtió USD 130 millones en una empresa de Belice y posteriormente le hizo un préstamo por USD 60 millones. Posteriormente, Topaz concedió dos préstamos por un total de USD 237 millones a otra empresa de las Islas Vírgenes Británicas.
Andrey Akimov, presidente del tercer mayor banco de la Federación Rusa, Gazprombank, era propietario de al menos ocho empresas constituidas en las Islas Vírgenes Británicas. Una de ellas contaba con USD 360 millones en activos y debía financiar un proyecto inmobiliario en Moscú, según los documentos. Otra tenía USD 80 millones en inversiones y compartía la copropiedad con Marianna Chaykina, una artista que ha sido identificada en los medios rusos como su pareja sentimental.
Herman Gref, el jefe del banco más grande de Rusia, Sberbank, controlaba un fideicomiso en el extranjero con empresas anidadas dentro de él, con activos que sumaron más de USD 54 millones, según muestran los Pandora Papers. Aproximadamente en 2017, una empresa panameña en manos del fideicomiso prestó USD 30,5 millones a un fideicomiso que beneficiaba al antiguo jefe de gabinete adjunto de Putin, Kirill Androsov, según los documentos.
The Washington Post trató de contactar a Alekperov, Akimov, Gref y Androsov, y les pidió que hicieran comentarios, pero ninguno respondió.
El número de asistentes a la reunión del Kremlin del pasado 24 de febrero, que cuentan con participaciones en paraísos fiscales, puede ser mayor que el recuento basado en los Pandora Papers y los Paradise Papers, debido a que estos fondos, aunque contienen millones de documentos, sólo ofrecen una visión parcial del sistema financiero mundial de paraísos fiscales.
Sin embargo, los Pandora Papers y los Paradise Papers muestran cómo los participantes en la reunión han utilizado empresas offshore para una amplia gama de actividades y proyectos. Algunos las utilizan, por ejemplo, para la compra de yates y aviones.
Un yate, propiedad del multimillonario Andrey Melnichenko —valuado en unos USD 600 millones— está en manos de una empresa registrada en las Bermudas llamada Valla Yachts, que casualmente aparece en los Paradise Papers. El avión del multimillonario Leonid Mikhelson, un Gulfstream G650 valuado en USD 65 millones, también aparece en los Paradise Papers, en manos de una empresa de la Isla de Man que a su vez es una sucursal de otra compañía suya en Panamá, Golden Star Aviation Ltd.
Melnichenko no respondió a una solicitud de comentarios, y Mikhelson simplemente se negó a hacerlo.
Resulta sorprendente la frecuencia con la que estos magnates rusos se han unido entre sí en sus empresas offshore.
Petr Aven, banquero y economista que trabajó en las reformas del mercado ruso en la década de 1990, por ejemplo, poseía dos empresas en las Islas Vírgenes Británicas con otros tres multimillonarios, según muestran los documentos.
Andrey Bokarev, presidente del principal fabricante ruso de material ferroviario y miembro del comité olímpico del país, era copropietario de dos empresas de las Islas Vírgenes Británicas con otro multimillonario y magnate del metal, Iskandar Makhmudov, según los documentos.
Bokarev y Makhmudov no respondieron a las solicitudes, y Aven no quiso hacer comentarios.
A lo largo de los años, Putin se ha reunido regularmente con los magnates rusos, incluidos los que reunió el día de la invasión. Comenzó a reunirse con tres de ellos —Aven, Alekperov y Vladimir Potanin— en el año 2000, según las entrevistas publicadas en el libro First Person.
Aproximadamente “50 ricos empresarios rusos se reúnen regularmente con Putin en el Kremlin”, dijo Aven a los investigadores estadounidenses.
Varios de los asistentes a la reunión del 24 de febrero se beneficiaron de la privatización de los activos del gobierno que comenzó con la caída de la Unión Soviética, una tumultuosa transferencia de riqueza que creó una pandilla de multimillonarios.
Potanin desempeñó un papel decisivo en la creación del programa de “préstamos por acciones” que permitió a muchos rusos ricos adquirir grandes participaciones en empresas públicas a cambio de inversiones relativamente pequeñas. Aven asesoró al gobierno en la transición a la economía de mercado, y ha sido descrito por la UE como “uno de los oligarcas más cercanos a Vladimir Putin”. Alekperov fue jefe de una agencia del Ministerio de Petróleo de la Unión Soviética y luego viceministro. Poco más de un año después de la caída de la Unión Soviética, se convirtió en presidente de Lukoil.
Otros participantes en la reunión han alcanzado la fama en años más recientes, pues proceden de la tecnología y otros campos. Algunos son familiares de funcionarios del gobierno.
Sin embargo, por muy ricas y poderosas que sean estas figuras empresariales, la historia ha demostrado que enfrentarse a Putin puede tener un coste. El caso más infame es el del magnate del petróleo Mijail Jodorkovski, que en su día llegó a ser la persona más rica de Rusia. Se opuso a Putin y fue encarcelado por evasión de impuestos y otros cargos que, según sus partidarios, tenían una motivación política. Una década después, Putin lo indultó y Jodorkovski fue liberado.
En la década de 1990 comenzó una oleada de fuga de capitales en Rusia, ya que muchos de los que habían acumulado una gran riqueza concluyeron que sus activos estaban más seguros en el extranjero. Esta transferencia de riqueza acabaría convirtiéndose en una cuestión política.
Parte del dinero ruso en las empresas offshore se invirtió de nuevo en empresas rusas como parte de una maniobra financiera que se conoció como “ida y vuelta”. Este método puede proporcionar ventajas fiscales, encubrir los activos y protegerlos de la intromisión de las autoridades policiales.
El capital “huye de Rusia principalmente por miedo”, dijo William Spiegelberger, un abogado estadounidense que dirigió el Departamento de Prácticas Internacionales de Rusal, la empresa rusa de aluminio, antes de que se sometiera a las sanciones de Estados Unidos en 2018. “Rusia es un entorno muy peligroso para la gente con dinero”.
El secretario de prensa de Putin, Dmitry Peskov, no respondió a las solicitudes de comentarios.
Pero en discursos que se remontan a 2012, Putin ha destacado repetidamente —y lamentado— el papel de las empresas offshore. “El alto grado de inversiones y participaciones en paraísos fiscales en la economía rusa es un hecho absoluto”, dijo ese año en un discurso ante la Asamblea Federal. Señaló entonces que se calcula que 9 de cada 10 “transacciones importantes” de las principales empresas rusas no estaban reguladas por las leyes rusas.
Un año más tarde, planteó el tema en el mismo foro, relacionándolo con la evasión fiscal, el fraude y el blanqueo de dinero. “Es imperativo introducir la responsabilidad penal para los ejecutivos que, a sabiendas, proporcionen información falsa o incompleta sobre el verdadero estado de los bancos, compañías de seguros, fondos de pensiones y otras instituciones financieras”, explicó Putin.
En 2014, al hablar sobre el mismo tema, Putin animó a las personas con empresas en el extranjero a devolver su capital a Rusia, ofreciéndoles una amnistía total y ninguna pregunta “sobre las fuentes de [su] capital y los métodos de su adquisición.” Incluso dijo que “si una persona legaliza sus participaciones y propiedades en Rusia, recibirá firmes garantías jurídicas de que no será citada por diversos organismos, incluidas las fuerzas del orden”. Tampoco se enfrentarían a ninguna acción por parte de las autoridades fiscales.
Pero la campaña de Putin no ha tenido mucho éxito, o al menos así lo demuestra el número de empresarios presentes en la reunión del Kremlin que siguen teniendo participaciones en paraísos fiscales. O tal vez, como sostienen algunos críticos, sus ataques verbales a las finanzas en paraísos fiscales nunca pretendieron ser una política pública, sino más bien una amenaza que podía esgrimir sobre estas figuras empresariales.
Los gobiernos de Estados Unidos y Europa también han intentado limitar el papel de las empresas offshore, a veces con poco éxito.
En Estados Unidos, la Ley de Transparencia Corporativa, que se convirtió en ley el año pasado, obligará a muchas corporaciones y sociedades de responsabilidad limitada a informar sobre quiénes son sus propietarios. Bajo la presión de Gran Bretaña, las Islas Vírgenes Británicas también han tomado medidas para regular las empresas ficticias.
Sin embargo, los críticos afirman que estas medidas no han conseguido aportar transparencia y responsabilidad al sistema mundial de paraísos fiscales.
El sistema financiero offshore ha “permitido a Putin y a sus compinches proteger la riqueza que han robado del país”, dijo el representante Tom Malinowski (demócrata de Nueva Jersey), que ha propuesto múltiples proyectos de ley para endurecer las leyes de inversión de Estados Unidos. “Hemos denunciado la corrupción y los abusos de los derechos humanos en Rusia, pero también hemos extendido la alfombra roja a los compinches de Putin que se benefician de la corrupción y los abusos”.