Los estereotipos sí se pueden derribar y así lo demuestran ocho lideresas bolivianas que desde el teatro, el deporte, la política y las redes sociales han demostrado que sí es posible, por lo que sus historias quedaron plasmadas en una revista para que inspiren a otras niñas a generar un cambio.
Virginia, Andreina, Yordana, Belén, Geovana, Carmen, Jhovana y Fabiana son ocho chicas bolivianas que luego de conocer sus derechos a través de programas y proyectos de la organización Plan Internacional decidieron “romper las barreras” y generar un cambio en sus comunidades.
“Estas historias son solamente un reflejo de las cientos de miles de personas en Bolivia, que tenemos el honor de trabajar con ellas, que están buscando día a día transformar sus vidas y transformar a sus pares”, dijo a Efe la directora País de Plan Internacional, Emma Donlan.
Las niñas y jóvenes que van de los 12 a 23 años y viven en distintas comunidades de La Paz, Chuquisaca, y Santa Cruz decidieron alzar su voz y realizar acciones para ayudar a concienciar a otras niñas sobre sus derechos.
De igual manera todas estas acciones tienen el objetivo de reducir las brechas de género en las tecnologías de información y comunicación, indicó Donlan.
Sus historias están reflejadas en la revista “El poder de las chicas” pero también se realiza una exposición fotográfica en el Jardín Japonés en La Paz para conocer de cerca sus historias que “inspiran” y demuestran que “las niñas sí pueden”, comentó Donlan.
LAS HISTORIAS
Las chicas utilizaron recursos como los títeres o las redes sociales para amplificar su mensaje, por ejemplo es el caso de Virginia, de 18 años, que decidió utilizar la red social TikTok para hablar sobre el idioma quechua.
La joven ya cuenta con más de 24.000 seguidores con los que también comparte información sobre la cultura Yampara y a su vez quiere brindar datos para frenar los embarazos en adolescentes y la violencia machista en Tarabuco, de donde es ella.
“Para mí el tema de la cultura es muy importante, porque por medio del idioma quechua al menos yo he tratado de hacerle entender a mis padres lo que es romper estereotipos de género, estéticos”, indicó a Efe Virginia.
Por su parte, Carmen, quien es oriunda de la localidad de Camargo en Chuquisaca, decidió utilizar muñecos para montar obras de teatro y así, de esta forma, prevenir a la niñez sobre la trata y tráfico de personas.
A sus 20 años creó sus propios títeres y enseña a los niños a identificar situaciones peligrosas que pueden terminar en trata y tráfico.
Por otro lado, Andreina de 12 años, de la población Tomina de Chuquisaca, es una jugadora de fútsal que ha desafiado a las imposiciones de género y se destacó en ese deporte, pero a su vez, también busca erradicar la violencia contra las niñas en su comunidad.
Belén, de 14 años, vive en San Pablo de Guarayos, en Santa Cruz y juega voleibol y quiere dar el mensaje de que no solo hay buenos deportistas hombres, sino también mujeres que pueden destacar.
Asimismo Yordana de 12 años se convirtió en la “niña alcaldesa” en 2021 en la localidad de Ascensión de Guarayos en la oriental Santa Cruz en el que dio a conocer sus ideas para mejorar la calidad de vida de los niños del lugar y ha inspirado a otras niñas a soñar con ser alcaldesas cuando sean grandes.
De la misma manera Fabiana, de 16 años, fue posesionada como presidenta del Concejo Municipal de la Juventud de la localidad de Camargo en Chuquisaca y desde allí puede ayudar a que más niñas puedan ser parte o liderar espacios de decisión, de acuerdo con la narración de la revista.
En tanto Jhovana, de 23 años, construyó un “oasis” de alimentos en los que produce arveja china, lechuga, albahaca en sus carpas solares y que comparte su conocimiento con otras niñas para que en un futuro sepan que ellas también pueden ser emprendedoras.
Geovana, de 20 años, se dio cuenta que su voz era escuchada cuando se animó a levantar su mano y compartir sus ideas en una reunión de vecinos, desde ese momento, nada pudo pararle y quiere hablar sobre los embarazos en adolescentes, una problemática que le preocupa porque las jóvenes dejan de estudiar cuando esperan un bebé.
EFE