¡Más mala que Anabelle! Noroko, la muñeca “maldita” hecha con partes humanas

¡Más mala que Anabelle! Noroko, la muñeca “maldita” hecha con partes humanas

La historia de Noroko se remonta a cientos de años atrás. FOTO: Especial

 

 

Millones de personas han conocido gracias a las películas, el cine o la literatura diversas historias que hablan acerca de muñecas embrujadas o poseídas por algún espíritu o ente, incluso muchas de estas historias han trascendido generaciones y durante cientos, o quizá miles, de años siguen aterrando a quienes las escuchan y a aquellos que han presenciado algo similar.





Por: El Heraldo

Este es el caso de la muñeca Noroko, que forma parte de un largo listado de objetos “malditos” que suelen poseer a aquellas personas que estén en contacto con ellos. La historia de Noroko es conocida en todo Japón, ya que hace referencia a una muñeca con aspecto tradicional japonés y que fue durante mucho tiempo un juguete popular entre los niños de este país; destaca por tener un rostro está dibujado, además de no contar con pies.

Se dice que la muñeca está poseída por el espíritu de un emperador japonés. FOTO: Pixabay
Se dice que la muñeca está poseída por el espíritu de un emperador japonés. FOTO: Pixabay

Sin embargo, lo que hace especial a esta muñeca es que Noroko es una muñeca “maldita” y con regularidad suelen compararla en el mundo occidental con Anabelle; su historia tiene un origen muy antiguo y está relacionada con una traición que desencadenó incontables guerras y numerosas muertes para aquellos que habían estado en contacto con ella.

Noroko, una muñeca que no muestra piedad a nadie

Cuenta la leyenda que hubo en aquella época un emperador japonés al cual sus súbditos lo mataron ya que estaban cansados de él; por lo cual una vez muerto le extrajeron el corazón y guardaron este órgano en una muñeca con el objetivo de que su alma permaneciera atrapada en el interior de este objeto, el cual fungiría de prisión. Una vez hecho esto, la lanzaron al mar, sin embargo, se dice que el corazón del emperador terminó por dar vida a la muñeca.

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