“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes de que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”, las palabras tomadas del versículo bíblico Jeremías 1:15 resumen en gran medida esta increíble historia: un médico de fertilidad con un complejo de Dios que por más de 30 años se dedicó a inseminar pacientes con su propio esperma sin su consentimiento y dejó casi un centenar de hijos.
Por Infobae
El caso de Donald Cline, ha sido traído nuevamente a la luz por un impactante documental de Netflix llamado “Our Father” (Nuestro Padre), el cual sigue la historia de Jacoba Ballard, una de las hijas del temible doctor, en la búsqueda de sus hermanos y su propia identidad.
Jacoba Ballard creció sospechando que ella, la única rubia de ojos azules de una familia de morenas, era adoptada. Cuando tenía 10 años, sus padres le dijeron que habían utilizado semen de donantes para concebirla.
“Quería tanto tener un hijo”, dice su madre, Debbie Smith, en el documental, mostrando un dolor visible en su rostro.
Después de varios intentos fallidos, los Smith se dirigieron a Cline, quien tenía la reputación de ser el mejor en lo que entonces era el nuevo campo de los tratamientos de fertilidad y la inseminación artificial, y cuyo consultorio en Indianápolis, Indiana (Estados Unidos), tenía un récord casi infalible de concepciones.
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