“Esta enfermedad es un infierno. Te atrapa, te atrapa y te va consumiendo”, describe Wilson, quien tiene 54 años y padece síntomas asociados a la ansiedad. Vive en la Comuna Socialista de Guadalupe, una comunidad fronteriza con Colombia en el estado Táchira, al oeste de Venezuela.
La Comuna Guadalupe está ubicada en una frontera viva y permeable con diversos pasos ilegales y dinámicas de seguridad muy cambiantes, en donde se requiere tener los sentidos agudos. Es común que los habitantes experimenten diferentes síntomas usualmente relacionados con ansiedad, estrés y depresión. Sin embargo, en el área se habla muy poco sobre salud mental, por lo que reina el desconocimiento sobre enfermedades psiquiátricas y, además, y quienes las padecen son víctimas del estigma por parte de una sociedad que está luchando por otras necesidades básicas, dejando muy poco espacio para la empatía e incluso la reflexión.
Desde enero a Wilson se le comenzó a nublar la vista. No podía comer, no podía dormir. Caminaba de un lado a otro y no era capaz siquiera de manejar el habitual tractor que utilizaba para trabajar. Fue a un centro de salud en San Antonio de Táchira, pero no recibió atención médica. Cruzó la frontera hasta Colombia, pero allí tampoco encontró solución a su problema. Sintió que sus amigos y sus familiares no lo entendían. Entonces preguntó y preguntó hasta que un vecino le comentó que en el centro comunal Base de Misiones Ezequiel Zamora, ubicado en el corazón de su comunidad, un pequeño equipo de la organización médica humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) estaba trabajando junto a las autoridades locales, para prestar atención médica y psicológica.
En efecto, desde agosto de 2021 personal de MSF brinda soporte al equipo médico del ambulatorio local para hacer seguimiento a este tipo de casos. Al principio, la organización dictó talleres de primeros auxilios psicológicos a personal médico y no médico, para que cualquier persona fuese capaz de reconocer síntomas relacionados a una crisis psicológica y pudiese brindar al menos una primera contención. Luego, el personal desarrolló e implementó una estrategia para que quienes tuvieran síntomas relacionados con trastornos mentales, pudiesen recibir atención integral a través de consultas médicas, seguimiento regular con psicólogos y medicamentos psiquiátricos en caso de ser necesario.
“Existen diferentes tipos de factores de riesgo que están altamente relacionados con los diagnósticos psicológicos identificados: condiciones médicas como antecedentes de trastornos mentales o de suicidio; situaciones de violencia, como haber sido testigos de hechos violentos o haber sufrido un acto de violencia sexual o un desplazamiento forzado; separaciones o pérdidas a causa de la migración, pérdidas de ingresos económicos y desastres naturales como inundaciones o incendios”, explica Victoria Caro, Referente Médica de MSF en el estado Táchira.
Caro añade que “implementar el componente de salud mental en la comunidad ha traído inmensos beneficios. En un muy corto período de tiempo, logramos atender a pacientes que venían principalmente por causas relacionadas con depresión y ansiedad. Además, el equipo de promoción a la salud mental hizo un gran trabajo de sensibilización no solo con quienes recibían la atención sino también con la propia gente de la comunidad”.
Entre agosto de 2021 y abril de 2022, la organización ha realizado y apoyado 2.316 consultas médicas y 92 consultas psicológicas. Además, ha capacitado a 405 adultos y 179 niños y adolescentes a través de sesiones psicoeducativas y ha hecho 94 sensibilizaciones a través del equipo de promoción a la salud mental. En el centro comunitario de la Comuna Guadalupe, MSF también brinda apoyo con trabajos relacionados a agua y saneamiento, dotación de medicamentos e insumos médicos, capacitaciones al personal sanitario, formaciones de salud a representantes comunitarios y atención a pacientes que padecen enfermedades crónicas.
“Aunque sabemos que las autoridades tienen gran voluntad para atender el componente de salud mental, notamos que en el estado y especialmente en comunidades fronterizas, hay muchas dificultades para acceder a este tipo de servicios. Los centros de salud requieren más personal y a su vez este necesita capacitaciones e insumos para trabajar. En este sentido, creemos que es importante que otras organizaciones que trabajan en el área de salud mental, puedan asistir a estas poblaciones vulnerables”, agrega Caro.
Después de mes y medio, Wilson siente mejoras. “Estas consultas me cambiaron la vida, ahora soy capaz de entender lo que me está pasando y con las nuevas herramientas que tengo, logro controlarme y manejar mis emociones. Poco a poco he ido recuperando mi tranquilidad”, afirma. Wilson es hoy uno de los principales replicadores en su comunidad. Habla con los vecinos, comparte su testimonio y dice a quienes pudiesen estar pasando por una situación similar que “no se dejen vencer”, que busquen ayuda. Hoy él está lleno de esperanzas y afirma que cuenta con estrategias para gestionar sus emociones. “Me quedan secuelas, claro, porque esto no se cura de la noche a la mañana. Toqué fondo, pero me estoy sanando”, concluye.
Nota de prensa