Estados Unidos buscará cooperar con China en áreas de importancia global, como el cambio climático o la pandemia de covid-19, a pesar de que considera al gigante asiático “la mayor amenaza a largo plazo al orden internacional”.
Así lo apuntó este jueves el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, quien aseguró también que su país no busca “un conflicto ni otra Guerra Fría”.
“Al contrario, tenemos la determinación de evitar ambos”, aseguró en un discurso desde la Universidad George Washington considerado muy relevante para el Departamento de Estado porque buscaba explicar las líneas maestras de la política exterior con China.
Blinken quiso dejar claro que las diferencias entre los gobiernos de ambos países no significan que las personas chinas deban sentirse fuera de lugar en Estados Unidos.
“El racismo y el odio no tienen lugar en una nación construida por generaciones de inmigrantes”, dijo el diplomático.
También hizo un llamamiento a que los estudiantes chinos que lo deseen continúen viajando a Estados Unidos para realizar estudios de posgrado en ciencia y tecnología, y defendió que el año pasado se emitieron 100.000 visados en solo cuatro meses, una cifra récord.
Estos estudiantes, aseguró Blinken, ayudan a impulsar la innovación tecnológica, el principal ámbito de competencia entre EE. UU. y China.
IA, COMPUTACIÓN CUÁNTICA Y BIOTECNOLOGÍA
El secretario de Estado hizo un llamamiento al Congreso de su país para que financie la investigación y el desarrollo en ámbitos como la inteligencia artificial, la biotecnología y la computación cuántica, frente a un Partido Comunista Chino que buscará el liderazgo tecnológico para propagar sus “valores autoritarios”.
“Solíamos ser los primeros en el mundo en proporción del producto interior bruto (PIB) proveniente de la investigación y el desarrollo. Ahora somos novenos”, dijo el diplomático.
China, por su parte, ha pasado del puesto octavo al segundo.
El discurso de Blinken estuvo marcado por esa idea de competencia ideológica entre dos “potencias globales” que comparten la responsabilidad de liderar el mundo, por ser las dos principales economías del planeta y que están “obligadas a tratar la una con la otra”.
Por eso, el Gobierno estadounidense buscará cooperar en asuntos de importancia global como el cambio climático -China y EE. UU. son, respectivamente, el primer y el segundo contaminante del mundo-, la economía global y la prevención de pandemias como la de covid-19.
En este sentido, Blinken defendió que el objetivo del país norteamericano no es cambiar la forma de gobierno china, sino demostrar que la estadounidense “es mejor”.
Donde sí se mostró especialmente crítico fue en el terreno de los Derechos Humanos.
Mencionó los campos de internamiento de la población musulmana en Xinjiang, la campaña contra las instituciones democráticas de Hong Kong y las “provocaciones” de las autoridades chinas en Taiwán.
También criticó al Gobierno chino por su cercanía con Rusia después de la invasión que el presidente de ese país, Vladímir Putin, lanzó recientemente sobre Ucrania.
EE.UU. ha advertido repetidamente sobre la posibilidad de que Pekín lance una campaña similar sobre Taiwán.
“NUESTRA POLÍTICA NO HA CAMBIADO”
Sobre la isla, que China considera parte de su territorio, Blinken aseguró que la postura estadounidense no ha cambiado: no están a favor de la independencia del territorio, y esperan que cualquier diferencia con las autoridades del continente se resuelva de manera pacífica.
Las palabras de Blinken se producen después de que el presidente Biden causara revuelo durante su reciente gira asiática al afirmar ante las preguntas de una periodista que EE.UU. daría un mayor apoyo militar a Taiwán que el que ha ofrecido a Ucrania, dando a entender que el país intervendría en el conflicto.
El diplomático remarcó que su país se compromete a brindar a la isla “las capacidades militares necesarias” para defenderse, pero quiso dejar claro que hará todo lo posible por evitar un conflicto militar, voluntario o involuntario, en el territorio.
El secretario de Estado también acusó al gigante asiático de buscar una competencia “asimétrica” en el terreno económico, utilizando fondos estatales para financiar industrias estratégicas, como el acero, y conseguir una dependencia del resto del mundo que permita a China aumentar su influencia política e ideológica.
Estos desafíos, defendió Blinken, hacen que la relación entre Estados Unidos y China sea “una de las más complejas y significativas” de las que mantiene hoy en día el país norteamericano. EFE