Salvador Ramos, el autor de la masacre en una escuela de Uvalde (Texas) en la que murieron 19 niños, 2 maestras y él mismo, había cumplido hace poco los 18 años.
Atahualpa Amerise // BBC MUNDO
Para celebrar la ocasión, se hizo un autorregalo: dos fusiles semiautomáticos tipo AR15, uno de los modelos más habituales en anteriores tiroteos masivos, y 370 rondas de munición.
Ramos, un joven con problemas de adaptación y comportamientos erráticos según sus allegados, adquirió el armamento de forma completamente legal.
Simplemente entró en una tienda, hizo su pedido, pagó y se fue.
Esto es algo inconcebible en cualquier país, pero no en Estados Unidos, donde la tenencia de armases un derecho fundamental protegido por la Constitución.
Y, más específicamente, por la Segunda Enmienda.
¿Qué es y por qué surgió?
El 15 de diciembre de 1791, los recién estrenados Estados Unidos de América ratificaron la Declaración de Derechos, las diez primeras enmiendas a la Constitución, que confirman los derechos fundamentales de sus ciudadanos.
De este modo, la tenencia de armas quedaba al mismo nivel que la libertad de expresión, prensa, religión o reunión.
En el año 1791, Estados Unidos ocupaba aproximadamente un tercio de su actual territorio, con vistas a expandirse al oeste. Aún estaba reciente la victoria contra Gran Bretaña en la Guerra de la Independencia (1775-83), en la que las milicias habían jugado un papel fundamental.
Las milicias eran grupos de hombres que se unían para proteger sus comunidades, pueblos, colonias y, desde que el país declaró su independencia en 1776, finalmente estados.
Su principal arma larga era el mosquete, un artefacto de infantería que se usó hasta el siglo XIX y que tenía un alcance de tiro efectivo de unos 100 metros y se podía disparar unas tres veces por minuto.
En aquel tiempo, en el que se forjaba la identidad cultural estadounidense, muchos veían a los soldados regulares como instrumentos al servicio del poder, con la capacidad de oprimir a los ciudadanos, y creían que el mejor modo de defenderse era portar sus propias armas y, de ser necesario, organizarse en milicias.
De hecho, los antifederalistas (opositores a un gobierno central fuerte) rechazaban la existencia de un ejército profesional, aunque este sí se estableció, entre otras cosas por considerarse imprescindible en caso de guerra contra un adversario extranjero.
Así, después de que en 1788 se ratificara oficialmente la Constitución, James Madison, uno de los “padres fundadores” y más adelante presidente de EE.UU, redactó la Segunda Enmienda con el objetivo de empoderar a las milicias en los estados.
Y, aunque la Segunda Enmienda no limitó la capacidad del gobierno de aplicar la ley mediante el uso de la fuerza, sí le quitó la autoridad de desarmar a los ciudadanos que quisieran defenderse por sí mismos.
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