Una ONG ha instalado códigos QR en algunos semáforos de la India para acabar con la mala costumbre de dar dinero a los niños mendigos, algo que fomenta la explotación, y recaudar así fondos para que abandonen las calles y acudan a centros de apoyo donde les proporcionan educación, refugio o alimento.
La campaña, iniciada por la ONG india SPYM en Nueva Delhi, facilita el sistema de donaciones a través de un código QR que los usuarios pueden escanear para ingresar dinero a una cuenta bancaria que impulsa la educación y el desarrollo de más de un centenar de infantes que se ven obligados a mendigar en la capital.
La recaudación de esta novedosa iniciativa quiere garantizar que, poco a poco, los niños y las niñas dejen de mendigar en los semáforos al “no obtener dinero”, indicó a Efe el director de la ONG SPYM, Rajesh Kumar.
El objetivo, precisó, “es que nadie les dé dinero” y destinen esa donación a la ONG, que se encargará de proveer comida, escuela y techo en el que dormir a los poco más de 120 menores de edad que se hospedan en su refugio.
Situado en una bulliciosa calle en el suroeste de Nueva Delhi, el patio de este colorido centro de acogida cobra vida a primera hora de la tarde, cuando los niños y niñas vuelven de la escuela y forman pequeñas filas en la entrada para recibir su bandeja con comida.
Bajo la atenta mirada de los voluntarios de la organización, los más pequeños hacen cola para tirarse del tobogán, ven la televisión o se sientan en círculo para comer y jugar hasta que anochece.
LA RIQUEZA DE MENDIGAR
Pero pese a las comodidades que ofrece el centro, unos pocos aprovechan las horas de descanso para escaparse a mendigar, sobre todo en las horas punta, cuando los miembros de la ONG también salen en busca de donaciones por los semáforos cercanos de la zona.
“Para ellos es diversión, un juego y por supuesto una forma de ganar dinero, y están ganando dinero a la edad en que sus padres no ganan tanto”, explicó Kumar.
Los más pequeños pueden llegar a ganar entre 6.000 y 8.000 rupias (entre 74 y casi 100 euros) al mes, una cantidad lo suficientemente generosa como para asegurar la supervivencia de una unidad familiar.
Es por ello que “se convierten en un imán” y en consecuencia, los padres no salen a mendigar sin ellos porque son los que “realmente van a recibir el dinero” al generar una mayor compasión, señaló a Efe el asesor técnico de SPYM, Gary Reid.
“Los únicos miembros de la familia que ganan son los niños, así que si los llevas a la escuela, les quitamos sus ingresos”, por lo que muchos padres se niegan a escolarizarlos, agregó Kumar.
En otros casos, las familias aprovechan que sus hijos todavía no están en edad escolar para llevárselos con ellos a mendigar, como es el caso de Komal, una joven que a veces pasea por el corazón de la capital india en busca de dinero con su hija de cuatro años.
Aunque Komal es de las que piensa escolarizar a su hija cuando cumpla la edad, la mayoría de los mendigos “sienten que la educación no les va a ayudar”, ya que consideran la educación primaria como “una pérdida de tiempo” y creen que nunca podrán aspirar a estudios superiores, subrayó a Efe la trabajadora social Lata Tandon.
Un estudio publicado el año pasado por el Instituto para el Desarrollo Humano (IHD) y el Gobierno de Nueva Delhi identificó un total de 20.719 personas en situación de mendicidad en la capital, de las cuales casi 5.000 (un 24 %) son niños o adolescentes.
El documento sin embargo también recoge un estudio realizado en 2011 por el mismo organismo que reveló que, de los 51.000 niños que frecuentaban las calles de la capital, entre 8.000 y 10.000 mendigaban, por lo que los datos sugieren una cierta mejoría.
CAMBIO DE MENTALIDAD
Pero pese al cambio positivo en la última década, Tandon cree que es necesario seguir concienciando para que sepan “lo vulnerables que se vuelven cuando están en la calle: pueden sufrir accidentes de tráfico o ser explotados por adultos o cualquier grupo mafioso”.
Una vez asuman “las desventajas de mendigar y estar en las calles”, es necesario “que se den cuenta de las alternativas”, añadió.
La especialista defendió que, a su vez, la sociedad “debe disuadir y motivar” a los niños y niñas que golpean las ventanillas de los vehículos cuando los semáforos se tornan en rojo, para que pasen a ser atendidos por un programa institucional.
En lugar de donar directamente a los más necesitados, “la caridad debe institucionalizarse a través de organizaciones”, sentenció Tandon. EFE