Comprender al Presidente, abstraído por la guerra, boquiabierto con la impericia de sus admirados aliados rusos haciendo el ridículo, dando cómica, poniendo la torta. Acaso, la contrariedad por quedar fuera, ignorado, sin invitación a la Cumbre de las Américas, o quien sabe, si los preparativos del encuentro con asociados del Grupo Puebla, colegas del Foro de Sao Paulo y camaradas de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, lo ensimismaron. Por eso es importante el “de” en vez del “en”.
Sumido en profundas reflexiones presentó un programa para industrializar los barrios. Dejando la responsabilidad a los felices iraníes, que reconstruirán la industria petrolera, porque el longevo y sus conmilitones no acuerdan el levantamiento de injustas y ridículas sanciones criminales e imperialistas, permitiendo a la incompetencia de comunistas trasnochados, dirigir con su tradicional eficiencia y habilidad la importante (para Venezuela) industria petrolera.
Imaginar a los barrios, zonas populares, con una industria en construcción de pusilánime lentitud, inseguro avance y jamás concluir, pero promesa en desarrollo hasta el 2024, es risible, ridículo. Se requieren miles de trabajadores, un sin número de equipos. Y, si algo sobra en la Venezuela castro-madurista son comunidades depauperadas, repletas de miserables rebosantes de familias en plena peladera de bolas, sin peculio económico, recursos de salud y hambrientos.
Asesores iraníes y cubanos, expertos en el milagro revolucionario de mantener La Habana entre vientos, salitre, abandono e indigencia, -la Virgen de la Caridad del Cobre, no tiene nada que ver-, veteranos en hechicería y brujería para conservar al castrismo alternado entre períodos especiales con pudientes chuleados y cabrones a lo largo de décadas tras arruinarlo todo y no producir nada excepto discursos y mediocres eventos teatrales, como el organizado en la Universidad, cuando Venezuela estaba buchona y se dejaba desgastar por ingenuos, mercaderes de ganancias sin obras, que rodeaban a Chavez, adulándolo y jalándole las criadillas.
Industrializar los barrios, es idea genial -como la califican algunos imbéciles- para seducir, sembrar ilusiones y sueños como globos de colores, en realidad es, la encubierta profundización en la organización de los consejos comunales y comunas que no surgen del voto popular, sino que son, designaciones arbitrarias y de conveniencia partidista.
Ni las comunas ni otras trampas ideológicas son idea propia. Imitación de tradiciones comunistas que angustian e importunan desde mediados del siglo XIX. Lo que hizo el sinvergüenza, mal nacido de Marx fue dejar de atender a su familia y ponerla bajo responsabilidad de Federico Engels. Lenin trabajó con países de política socialmente oscura y atrasada. Stalin apagó las luces y dejó las rojas después que el patriotismo e inmensidad rusa derrotaron la soberbia nazi, matando a sus campesinos a cuenta del comunismo, y poder comunal. Mao, en China, desató una guerra civil y transformó una masa esclavizada en una de agrarios oprimidos por el Partido Comunista.
Los ciudadanos, presencian pasiva e indiferente la fusión PSUV-gobierno en las del Estado Comunal. Subestimado con apatía observa la implantación del modelo. Alguien exclamará, ¡es inconstitucional!, ciertamente lo es, ¿pero desde cuando la revolución es constitucional? Por eso, cuando la ciudadanía recupere la República, lo inmediato, es derogar la porquería comunista.
El voto tracalero no corrige la política municipal, regional y menos nacional; son títeres, vendidos, sumisos, obedientes. No aprueban presupuestos, ni realizan control de gestión. La cúpula chavista como la opositora no rinde cuenta, manipulan diálogos -en los cuales, el tema es tabú, no reviste importancia, ni merece mención-. Cuando llegue el 2024 estará decantado el Estado Comunal. Y la comunidad internacional, con su diplomacia protocolar, ambigua e hipócrita, dará golpes de pecho.
La comuna es un garabato mal hecho de organización social, política y económica de carácter local, en el cual individuos gestionan instituciones de autogobierno para cubrir necesidades con miras a ser autosuficientes. Marxistas, comunistas, socialistas, anarquistas y otros movimientos de izquierda han observado a la comuna como base de un modelo de sociedad liberada del capitalismo a través de la “democracia participativa”. ¡Pura habladera de pendejadas!
Reducir a pobres dimensiones lo descomunal, es torpeza pendeja. Como el adicto que recae, sin contrición ni atrición. La libertad no es gratuita, es una lucha diaria. Quien resolverá los que habiten en las estructuras abandonadas, serán como aquella enorme “Torre de David” pero a lo bestia. ¡Así, así, así es que se escoñeta un país!
@ArmandoMartini