Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, dos candidatos que prometen un cambio para el país, se disputarán la presidencia de la república el próximo 19 de junio. Así quedó establecido en las elecciones de este domingo 29 de mayo, en las que ninguno de los aspirantes obtuvo más del 50 por ciento de la votación. Petro logró 8.527.273 votos (40,32 por ciento) y Hernández alcanzó 5.953.193 votos (28,15 por ciento). En tercer lugar quedó Federico Gutiérrez, con 5.058.000 votos (23,91 por ciento), seguido de Sergio Fajardo, quien obtuvo 888.577 votos (4,20 por ciento).
Por semana.com
El fenómeno político que dejó la jornada, sin duda, fue el triunfo de Hernández. El exalcalde de Bucaramanga lanzó su candidatura de forma independiente y, con un discurso sencillo y efectivo contra la corrupción y la política tradicional, quedó de finalista en la carrera por la Casa de Nariño. Sin alianzas de partidos, sin recibir financiación, sin maquinarias logró derrotar a Gutiérrez, quien tenía el apoyo de las principales colectividades y estructuras partidistas.
La victoria del ingeniero santandereano también se interpreta como el reflejo del hastío ciudadano con el establecimiento y el deseo de un cambio, en medio de una grave crisis económica y social que se profundizó con la pandemia. Pero Petro, su rival del próximo 19 de junio, y quien ha sido el jefe de la oposición, también enarbola esa bandera y de tiempo atrás. Por esa razón, los colombianos deberán elegir entre esos dos modelos de cambio.
En las elecciones de este domingo, según el preconteo de la Registraduría, Petro conquistó electoralmente Bogotá, la costa Caribe, el Pacífico y departamentos como Amazonas, Putumayo, Guainía y Vaupés. Hernández, por su parte, ganó en Santander, Norte de Santander, Arauca, Boyacá, Vichada, Cundinamarca, Caldas, Tolima, Huila, Caquetá, Guaviare y Meta. La segunda vuelta será una puja entre dos propuestas distintas para enfrentar los problemas políticos, sociales y económicos.
Ambos candidatos, en primer lugar, tienen coincidencias, pues Petro y Rodolfo se han marginado desde hace tiempo de los partidos tradicionales, y cada uno a su estilo ha luchado contra el orden establecido desde las posiciones que ha ocupado. Petro, calificado en su momento como el mejor congresista, se hizo célebre por su contundencia en los debates en el Senado. Fue el principal opositor de Álvaro Uribe, luego ganó la Alcaldía de Bogotá y perdió la segunda vuelta en 2018 con el actual presidente. Desde entonces, ha cuestionado duramente al presidente Iván Duque y se posicionó en los últimos dos años como uno de los promotores de la movilización social.
Rodolfo, por su parte, irrumpió en política como un outsider en Bucaramanga, donde siempre fue protagonista del acontecer local tras bambalinas, en su condición de próspero empresario de la construcción con su firma HG. En 2015, se lanzó al agua y le dio vida a su movimiento Lógica, Ética y Estética, con miras a ganar la alcaldía de la capital santandereana, donde compitió contra el candidato del Partido Liberal.
Ni Rodolfo mismo estaba seguro de su victoria en las urnas en aquella ocasión, pero los ciudadanos lo eligieron, precisamente, por su discurso contra la corrupción. En su gestión, en la que tuvo la popularidad en las encuestas de su lado, saneó las finanzas del municipio, sacó adelante más de 500 obras y arrinconó a los políticos tradicionales. Ahora busca ser el segundo santandereano en ser presidente de la república luego de Aquileo Parra, quien gobernó entre 1876 y 1878.
Las diferencias
De llegar al poder, Petro ha propuesto un gobierno alternativo que marque un antes y un después en la historia del país. En su programa, radicado en la Registraduría, ha hecho un fuerte énfasis en materia económica, en una transición energética hacia energías limpias, lo que implicaría la suspensión de nuevos contratos de exploración petrolera y de los pilotos de fracking.
También ha propuesto una reforma tributaria para recaudar unos 50 billones de pesos y que tendría como objetivo gravar de manera más significativa a las 4.000 personas de mayor riqueza en el país. Igualmente, el candidato del Pacto Histórico ha presentado un programa estatal “que proporcionará empleo con un salario básico para quienes no pueden encontrar trabajo de otra manera”.
“El Estado actuará como empleador de última instancia ofreciendo empleo a quienes puedan y quieran trabajar, pero no lo encuentren en el sector privado, beneficiando principalmente a las y los desempleados, jóvenes, mujeres, trabajadores informales, las economías populares y los territorios”, señala el programa de Petro.
Asimismo, el líder del Pacto Histórico promete darle un revolcón al sistema pensional, fortaleciendo Colpensiones, y ha hablado de un bono de medio salario mínimo, es decir, de aproximadamente 500.000 pesos, que sería girado a los adultos que no tienen asegurada su mesada. En materia de salud, Petro propone un modelo “público y universal”. “El acceso oportuno y de calidad a la prestación de los servicios no dependerá de la capacidad de pago, para lo cual se avanzará a un sistema único sin regímenes contributivo y subsidiado, financiado por impuestos progresivos y cotizaciones equitativas”, indica el programa de Petro.
En el caso de Hernández, su frase central de batalla, como eje transversal de solución a los principales problemas del país, pasa por “quitarles la chequera a los corruptos y ladrones”. Para el ingeniero, la corrupción debe ser erradicada de tajo con el fin de que los recursos públicos sean protegidos y destinados eficazmente a resolver los problemas de las personas más necesitadas. El ingeniero, por ejemplo, ha dicho que impulsará una política de austeridad, que pondrá en marcha donando su salario a causas sociales. También, ahorrando gastos del funcionamiento de la Casa de Nariño, que implican, más allá de recortes en temas de protocolo, como el tinto o los desayunos, fusionar ministerios.
Concretamente, en uno de los borradores de decreto que divulgó antes de la primera vuelta, anunció que unirá las siguientes carteras: la del Interior con el Ministerio de Justicia; la de las Tecnologías de la Información con la de Ciencia y Tecnología; la de Ambiente con la de Cultura; y la de Educación con la del Deporte. Asimismo, se acabarían las consejerías, como la Consejería Presidencial para la Niñez, la Consejería Presidencial de la Juventud, la Consejería Presidencial para la Información y la Prensa, y la Consejería Presidencial para las Regiones. Adicionalmente, se suprimirían la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, la Consejería Presidencial para la Estabilización y Consolidación, la Consejería para los Derechos Humanos y Asuntos Internacionales, la Consejería Presidencial para la Competitividad, la de la Gestión de lo Público, la Consejería Presidencial para la Seguridad Nacional y la Consejería Presidencial para la Participación de Personas con Discapacidad, entre otras.
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