Una joven de apenas 31 años, y sana. Siempre en forma, deportista, iba a ejercitarse al gimnasio y caminaba a diario. Pero la muerte la sorprendió sin aviso previo, mientras dormía plácidamente.
Por: Clarín
Catherine Keane, de Irlanda, no bajó a desayunar aquella mañana y a sus compañeros de casa les resultó bastante sospechoso. En una de las tantas olas de la pandemia de coronavirus, cualquier señal daba temor.
La mujer de 31 años y sus amigos trabajaban desde la casa en Rathmines, en la capital Dublín. Así es que el home office les permitía tener horarios menos rígidos. Pero jamás imaginaron el triste final.
Muerte súbita del adulto
A media mañana los jóvenes estaban un poco preocupados y, para no molestarla o invadirla, decidieron enviarle un mensaje de texto. Al tiempo, como no hubo respuesta, entonces sí fueron hasta su habitación, reconstruye el Irish Mirror.
Tras intentar despertarla sin suerte, recién entonces cayeron en la peor noticia: había fallecido durante la noche. Y ninguno podía creer lo que estaban viviendo.
Más tarde, los médicos determinaron que la muerte había sido a causa del síndrome de muerte súbita del adulto (SADS).
SADS es una condición en la que alguien muere repentina e inesperadamente a causa de un paro cardíaco, pero cuya causa no se puede encontrar.
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